Relación entre Los 7 Sacramentos, El Árbol de la Vida y Los Chakras



La mayoría de las tradiciones religiosas y culturales, desde los antiguos griegos e hindúes hasta los chinos y los mayas, consideran divino el origen de la conciencia humana, el espíritu o el poder.
El hilo común a todos los mitos espirituales es que los seres humanos nos vemos inevitablemente impulsados a fusionar nuestro cuerpo con la esencia de Dios, que deseamos tener lo Divino en los huesos y en la sangre, en nuestra composición mental y emocional.

Los chakras están alineados verticalmente desde la base de la columna hasta la coronilla, para indicar que ascendemos hacia lo Divino a medida que aprendemos a dominar el influjo seductor del mundo material. En cada estadio, adquirimos una mayor comprensión de nuestro poder personal y espiritual, puesto que cada chakra representa una lección espiritual o un desafío común a todos los seres humanos.
Aunque el sistema de chakras se desarrolló en Oriente y constituyó la base para ciertas enseñanzas hindúes, budistas y racistas, los tipos de energía que describen se corresponden con la energía definida por los sefirot cabalísticos del árbol de la vida y por los siete sacramentos cristianos.
La correspondencia entre estas tres tradiciones nos lleva a comprender que la espiritualidad es mucho más que una necesidad psíquica y emocional: es una necesidad biológica innata. Nuestro espíritu, nuestra energía y nuestro poder personal son una sola y única fuerza.
Las siete verdades sagradas que comparten estas tradiciones están en el núcleo de nuestro poder espiritual. Nos enseñan la forma de orientar el poder, o fuerza vital, que circula por nuestro organismo. En efecto, encarnamos esas verdades en nuestros siete centros de poder; forman parte de nuestro sistema interno de orientación física y espiritual, y al mismo tiempo son un sistema externo de orientación para nuestro comportamiento espiritual y para la creación de salud. Nuestra tarea espiritual en esta vida consiste en aprender a equilibrar las energías del cuerpo y el alma, del pensamiento y la acción, del poder físico y el poder mental. Nuestro cuerpo contiene una plantilla o programa inmanente para la curación.
Ver el problema dentro de un marco espiritual acelera el proceso de curación, porque añade una dimensión de sentido y finalidad a sus crisis y las capacita para contribuir a curarse a sí mismos; co-crean su salud y re-crean su vida. Puesto que el estrés humano siempre corresponde a una crisis espiritual y es una oportunidad de aprendizaje espiritual, casi cualquier enfermedad permite una nueva percepción respecto al uso, mal uso o mala dirección del espíritu o poder personal.
Las sietes verdades sagradas de la cábala, los sacramentos cristianos y los chakras hindúes apoyan nuestra transformación gradual en adultos espirituales conscientes. Estas enseñanzas literales y simbólicas redefinen la salud espiritual y biológica y nos sirven para entender lo que nos mantiene sanos, lo que nos hace enfermar y lo que contribuye a sanarnos.
Las siete verdades espirituales trascienden las fronteras culturales, y en el plano simbólico constituyen un mapa de carreteras para nuestro viaje por la vida, un mapa de carreteras impreso en nuestro diseño biológico. Una y otra vez los textos sagrados nos dicen que la finalidad de la vida es comprender y desarrollar el poder del espíritu, poder que es esencial para nuestro bienestar mental y físico. Abusar de este poder agota el espíritu y arrebata fuerza vital al cuerpo físico.
Dado que la energía divina es inherente a nuestro organismo biológico, todo pensamiento que nos pasa por la mente, toda creencia que alimentamos, todo recuerdo al que nos aferramos, se traduce en una orden positiva o negativa a nuestro cuerpo y espíritu. Es magnífico vernos a través de estas lentes, pero también resulta apabullante, puesto que ninguna parte de nuestra vida o nuestros pensamientos es impotente, ni siquiera privada. Somos creaciones biológicas de diseño divino. Una vez que esta verdad forma parte de nuestra conciencia, no podemos seguir llevando una vida corriente.

El poder simbólico de los siete chakras
Según enseñan las religiones orientales, en el cuerpo humano hay siete centros de energía. Cada uno de ellos contiene una enseñanza espiritual universal para la vida, que hemos de ir aprendiendo a medida que evolucionamos hacia una conciencia superior. Esta antiquísima y sagrada forma de representación describe con extraordinaria exactitud el sistema energético humano, con sus hábitos y tendencias.
El sistema de chakras es una representación arquetípica del proceso de maduración de la persona a través de siete fases claras y diferentes. Los chakras están alineados verticalmente desde la base de la columna hasta la coronilla, lo que sugiere que ascendemos hacia lo divino dominando poco a poco la seductora atracción del mundo físico. En cada fase perfeccionamos un poco más el entendimiento del poder personal y espiritual, puesto que cada chakra representa una enseñanza de vida o un desafío común a todos los seres humanos. A medida que la persona va dominando cada chakra, va adquiriendo un poder y un conocimiento de sí misma que se integra en su espíritu y la hace avanzar por el camino que conduce hacia la conciencia espiritual, a semejanza del clásico viaje del héroe.
Ver en más detalle mi publicación LOS CHAKRAS.

El Poder simbólico de los Sacramentos Cristianos
La iglesia cristiana primitiva identificó siete sacramentos, o ritos reconocidos oficialmente, que serían realizados por sus dirigentes ordenados.
Estos siete sacramentos eran, y siguen siendo, ceremonias sagradas que imprimen (para emplear el lenguaje cristiano) caracteres concretos de «gracia o energía divina». Cada carácter de gracia corresponde a un único sacramento. Si bien actualmente los siete sacramentos se asocian principalmente con la iglesia católica romana, otras tradiciones cristianas han conservado muchos de ellos, por ejemplo, el bautismo, el matrimonio y la ordenación sacerdotal o sacerdocio.
En su sentido simbólico, cada sacramento representa también una fase de capacitación que invita a lo Divino, a penetrar en el espíritu de la persona. La propia palabra «sacra­mento» significa un rito que pide al poder de lo sagrado que entre en el alma de la persona. El sentido simbólico de los sacramentos trasciende su sentido religioso.
Los sacramentos presentan tareas simbólicas para crecer hasta una madurez espiritual y para obtener la curación, pero también son concretos en su descripción de lo que hemos de hacer en las principales fases de la vida para aceptar la responsabilidad personal que acompaña a la madurez espiritual. Los sacramentos también son los actos que hemos de realizar junto con los ritos que se realizan en nosotros. Representan los poderes que hemos de conceder a los demás y recibir de ellos.
Consideremos el sacramento del bautismo, por ejemplo, por el cual una familia acepta la responsabilidad física y espiritual de un hijo que ha traído al mundo. Nuestro reto, como adultos espirituales, es aceptar simbólica, totalmente y con gratitud a la familia en que nacimos.
En este sentido simbólico, el bautismo también significa honrar, respetar a nuestra familia y respetarnos a nosotros mismos, perdonando a nuestros familiares cualquier pena o sufrimiento que nos causaron durante nuestra infancia.
El poder contenido en ese perdón es precisamente el poder que sana al cuerpo.
Estas siete fases de iniciación personal representan los poderes innatos que hemos de hacer realidad, los poderes que hemos de emplear conscientemente afrontando los retos que nos presenta la vida.
Ver en más detalle mi publicación Los 7 Sacramentos.

El poder simbólico de las diez Sefirot
Las diez sefirot, o árbol de la vida de la cábala, comprenden una enseñanza compleja que fue evolucionando a lo largo de muchos siglos, una enseñanza increíblemente análoga a la de los chakras y sacramentos. En la cábala medieval, las diez sefirot describen las diez cualidades de la naturaleza divina. Dado que tres de estas cualidades están emparejadas con otras tres, en realidad las diez cualidades se pueden agrupar en siete planos o niveles, que suelen representarse en forma de un mítico árbol de la vida invertido, con las raíces arriba, en el cielo.
Aunque el judaísmo defiende el rostro más abstracto de Dios, las diez sefirot describen todo lo que es permisible de la personalidad de Yahvé.
A diferencia de otras tradiciones religiosas, el judaísmo jamás consideró que sus profetas fueran encarnaciones directas de lo Divino. El budismo, en cambio, comienza con un hombre, Siddhartha, que fue ungido para llevar el mensaje de la iluminación a la gente de la tierra; el budismo no describe a un Dios semejante a un ser humano, pero el hinduismo tiene muchos dioses que han venido a la tierra, y el cristianismo tiene al «hijo de Dios» que vivió treinta y tres años entre los hombres.
Las diez sefirot son las cualidades de lo Divino que también conforman al ser humano arquetípico. Estas cualidades se interpretan a la vez como la esencia de Dios y como caminos por los cuales podemos volver a Dios. Cada cualidad representa un progreso hacia una revelación más poderosa de los «nombres» o «rostros» de Dios.
Estas diez cualidades suelen describirse como vestiduras del Rey, vestiduras que nos permiten mirar al Rey, la fuente de la luz divina, sin cegarnos. La otra imagen, el árbol invertido, simboliza que las raíces de esas diez cualidades están profundamente arraigadas en una naturaleza divina que nos atrae de vuelta al ciclo mediante la oración, la contemplación y las obras. Nuestra tarea es ascender a nuestra fuente divina desarrollando esas diez cualidades en nuestro interior.
Ver en más detalle mi publicación El Árbol de la Vida.

Las cualidades de los sacramentos cristianos, las diez sefirot y el sistema de chakras son prácticamente idénticas. La única diferencia está en la forma de numerar los poderes. Mientras los sacramentos y los chakras ponen el número uno en la base y cuentan hacia arriba, las diez sefirot ponen el número uno arriba (las raíces del árbol) y cuentan hacia abajo.
Aparte de eso, las cualidades atribuidas a cada uno de los siete niveles o planos son casi idénticas.
Si logramos sentir y comprender el poder simbólico contenido en todas estas tradiciones, habremos comenzado a utilizar el poder de la visión simbólica y comprenderíamos a la teología como una ciencia de la curación del cuerpo, la mente y el espíritu.
Combinar la sabiduría del sistema de chakras con el poder sagrado inherente a los sacramentos cristianos y las características divinas expresadas por las diez sefirot nos da una visión profunda de las necesidades del espíritu y cuerpo. Aquello que sirve al espíritu enaltece al cuerpo. Aquello que mengua el espíritu mengua el cuerpo.

6 comentarios:

  1. HOLA, QUIERO AGRADECERTE TU TIEMPO PARA FORMAR ESTE BLOG, PARA SUBIR ESTA INFORMACIÓN, INVESTIGAR Y SOBRE TODO COMPARTIRLA, HERMOSO TODO, GRACIAS Y BENDICIONES PARA TI..

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  2. Procurei muito esta explicação, sabia da relação entre os chakras e os sacramentos, mas ainda não havia encontrado nada tão didático. Parabéns

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  3. Hola Compañeros, queria preguntarles si Alguien sabe sobre las Sephirots ocultas Nº 11 (Da'at) y Nº 12? No encuentro nada de información al respecto en ningún lado, si alguien sabe algo sobre esto, por favor, podría postear la información?
    Le estaría muy agradecido. Desde Ya Muchas Gracias.

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  4. Shalòm, llegaste al conocimiento de la Gran Torre de Babel, volver a hablar el mismo lenguaje con relación al conocimiento divino. Reconstruir la Gran Torre, volver comunicarnos todos como familias.Shalom

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NAMASTÉ

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