¿Amén o Amón-Ra?


Amén (en hebreo, אמן, amén; en árabe آمين āmīn) es una palabra semítica que suele traducirse como «así sea», con un sentido aprobatorio, o «así es», como símbolo de reafirmación (por ejemplo, de la fe). Empleada en el judaísmo, posteriormente también fue adoptada por las demás religiones monoteístas como el cristianismo y el islamismo. Esta palabra es una de las aclamaciones litúrgicas más frecuentes y se utiliza generalmente como fórmula para concluir las oraciones.
El término «amén» es símbolo de confirmación y de afirmación. El significado real de la palabra es ‘en verdad’, ‘ciertamente’ o ‘que conste’. Popularmente se le ha dado el significado de ‘así sea’, ‘palabra de Dios’ o, simplemente, ‘sí’. En efecto, la raíz de este adverbio implica firmeza, solidez, seguridad, y en hebreo es la misma que se utiliza para el vocablo «fe».
Decir amén es proclamar que se tiene por verdadero lo que se acaba de decir, con miras a ratificar una proposición o a unirse a una plegaria. Por eso, expresado en forma conjunta o grupal en el ámbito de un servicio divino u oficio religioso también significa ‘estar de acuerdo’ con lo expresado en tal ocasión.
El término «amén» es muy utilizado en la Biblia, y se lo usa también frecuentemente en la liturgia sinagogal y cristiana. Puede encontrarse al principio o al final de la frase.
En contraste con el uso de amén como una reafirmación posterior (es decir, al final de la oración), los evangelios sitúan a Jesucristo iniciando algunos de sus discursos con un doble «Amén, amén», en el Nuevo Testamento, frecuentemente traducido como: «En verdad, en verdad» o «De cierto, de cierto» (por ejemplo: Juan 14:12).
En el libro del Apocalipsis, Cristo es llamado «el Amén» (Apocalipsis 3:14).

Para algunos teósofos, los defensores de las teorías Afrocéntricas de la historia y partidarios del cristianismo esotérico, la palabra "amén" es en verdad un derivado del nombre del dios egipcio Amón (que a veces también se escribe Amén).  Era una palabra para rendir homenaje al dios egipcio Amón. Al igual que con Tutankamón.


Amón, helenización del nombre egipcio imn cuya general transliteración es Imen . Originalmente una deidad tebana, cuyo culto se popularizó cuando la ciudad de Tebas pasó a ser una de las más influyentes de Egipto, tras la expulsión de los hicsos a manos de los príncipes tebanos que darían origen a la Dinastía XVII.
Nombre egipcio: Amén o Imen. 
Nombre griego: (Άμων) Amón. (Deidad griega: Zeus y Deidad romana: Júpiter.)

En los Textos de las Pirámides se le consideraba una deidad del aire, pero más tarde se le asoció a Ra, dios de Heliópolis, divinidad solar, bajo el nombre de Amón-Ra convirtiéndose en la principal divinidad de la religión egipcia. Los faraones adoptaron en su titulatura ser "Hijo de Ra" (Sa-Ra).
Se encuentra la primera mención conocida del dios en los Textos de las Pirámides del Imperio Antiguo, ganando importancia hacia el final del Primer Periodo Intermedio, en Tebas.
Durante la dinastía XII del Imperio Medio , cobra gran importancia en Tebas, donde se le erigió el denominado templo de Karnak.
A comienzos del Imperio Nuevo fue considerado el dios dinástico, por la devoción que le profesaban los faraones tebanos, eclipsando el predominio del dios guerrero Montu, otra divinidad venerada en Tebas. La guerra contra los hicsos llevada a cabo por los príncipes tebanos de la dinastía XVII provocaría también el encumbramiento del dios de la ciudad a máxima divinidad del panteón egipcio, una vez lograda la victoria con la liberación y reunificación del país.
Los sacerdotes de Amón se convirtieron en el sector más influyente de la sociedad egipcia durante el Imperio Nuevo, llegando incluso a enfrentarse al denominado "faraón herético" Amenhotep IV (Ajenatón). En esta época comenzó su síntesis con el antiguo dios Ra, bajo la denominación “Amón-Ra”.
En el Periodo tardío de Egipto adquirió un carácter más universal, siendo conocido por el nombre griego de Amón-Ra-sonter "Amón-Ra, rey de los dioses".
Fue denominado "El oculto", "Padre de todos los vientos", "Alma del viento", "El dios único que se convierte en millones", "Aquel que habita en todas las cosas", "Amón-Ra, señor de los tronos de las dos tierras", "El toro de su madre", "El eterno".
Diversos personajes egipcios adoptaron en sus títulos el nombre de Amón (Amen): cuatro faraones de la dinastía XII, los denominados Amenemhat, "Amón es el primero", varios de la dinastía XIII, cuatro faraones de la dinastía XVIII, los denominados Amenhotep "Amón está satisfecho", llamados Amenofis por los griegos, como el célebre Tutankamón "Imagen viviente de Amón", o Amenhotep IV; Amenmeses de la dinastía XIX "Engendrado por Amón"; Amenemopet "Amón está en Tebas", Siamón, de la dinastía XXI, etc.
Como por ejemplo, también, se cree que Moisés deriva de la supresión de una parte del nombre egipcio original que tenía este personaje, puesto que en el antiguo Egipto se colocaba el nombre de un dios antes de la palabra "mses", por ejemplo Ramsés significaba "engendrado por Ra" y Tutmosis "engendrado por Tot", así que Moisés al huir de Egipto y renegar de su origen egipcio quedó sólo como mses o Moisés. Probablemente su nombre egipcio era "Amenmesse/Amenmesses/Amenmose/Amenmoses" que significaba "engendrado por Amón".

EPÍFISIS - Glándula Pineal o Piña Annunaki


La glándula pineal, cuerpo pineal o epífisis es un órgano que sincroniza la liberación de cierta hormona con las fases de luz-oscuridad. Es así considerado un transductor neuroendocrino y un «reloj biológico». En 1958, un equipo de la Universidad de Yale, liderado por Aaron B. Lerner, descubrió que la glándula libera la hormona melatonina. Es una pequeña formación ovoidea, aplanada, que descansa sobre la lámina cuadrigémina formando parte del techo del diencéfalo.
La epífisis o pineal es en algunas especies sensible a la luz pero está en todas relacionada con la regulación de los ciclos de vigilia y sueño. En los humanos adultos mide unos 5 mm. a 10 mm. de diámetro y pesa aprox. 150 miligramos. Con la disminución de la luz, la glándula pineal produce melatonina, hormona inductora del sueño y lo hace a partir de la serotonina. En consecuencia está relacionada con la regulación de los ciclos de vigilia y sueño (ritmos circadianos). La presentación farmacéutica de la melatonina puede servir para contrarrestar los efectos del síndrome de diferencia de zonas horarias (jet lag).
Es también un poderoso antioxidante; y se ha comprobado que participa en la apoptosis de células cancerosas en el timo. Pero también está comprobado que altas dosis de esta hormona tienen un efecto cancerígeno. Controla el inicio de la pubertad. La producción de esta hormona disminuye con la edad.


En 1917 se observó in vitro que extractos de glándula pineal producía un aclaramiento en la piel de sapo. A finales de los 50, Lerner y colaboradores aislaron la hormona pineal que producía este efecto a partir de pinealocitos bovinos y describieron su estructura química: -metoxi-N-acetiltriptamina (melatonina).
Si bien durante mucho tiempo se consideró que la melatonina era de origen exclusivamente cerebral, se ha demostrado la biosíntesis del metoxindol en otros tejidos como la retina, la glándula harderiana, el hígado, el intestino, los riñones, las adrenales, el timo, la glándula tiroides, las células inmunes, el páncreas, los ovarios, el cuerpo carotídeo, la placenta y el endometrio. Los eventuales tumores en la pineal pueden resultar asintomáticos o provocar cefalea, incapacidad de elevar la mirada, diplopia, hidrocefalia, etc.
E incluso cuando se llega a extirpar la glándula pineal, tanto en niños como en adultos, las consecuencias descartan las vinculaciones místicas que a veces se le ha dado a la pineal. Además, se han realizados observaciones con monjes meditantes mediante dispositivos como emisores de positrones o electroencefalograma sin que se pueda remarcar un vínculo entre esos estados y la pineal. Esta presunción esotérica occidental nunca fue mantenida en oriente.
“Tal como reconoce Rick Strassman, célebre protagonista en exhaustivos estudios de los efectos de la DMT en humanos, la glándula pineal no sería más que el sexto chakra o Ajna Ajna del que habla la tradición védica, la ventana de Berrea del que se nombra en el hinduismo, el ojo celestial del cual hablan los antiguos chinos, el palacio Niwan que los taoístas conocen o el “asiento del alma” que Descartes exponía”.


La Piña en el Vaticano
La Piña en el Vaticano, el Papa tiene un cono de pino en el crucifijo, similar a la piña del Annunaki y del chamán Maya
¿Annunakis tratando de meter la piña en la cabeza del ser humano?  En el centro, el árbol de la vida representada por un pino
Templo de Ankor Wat, Camboya


La base biológica de la espiritual​idad



El espíritu representa la dimensión de lo humano profundo. 
La espiritualidad, que de él se deriva, es un modo de ser, una actitud fundamental, vivida en la cotidianidad de la existencia: en el arreglo de la casa, en el trabajo de la fábrica, conduciendo, conversando con amigos. De repente, irrumpe como un relámpago de algo más profundo e inexplicable. Es el espíritu que se anuncia. Las personas pueden conscientemente abrirse a lo profundo y lo espiritual. Entonces se vuelven más centradas, serenas e irradiadoras de paz. Propagan una extraña vitalidad y entusiasmo porque tienen a Dios dentro de sí. Este Dios interior es amor, el cual en las palabras de Dante al final de cada libro de la Divina Comedia "mueve los cielos y las estrellas", y nuestros propios corazones, añadimos nosotros.
Dicen investigaciones científicas que esta profundidad espiritual tiene una base biológica.
Estudios realizados al final del siglo XX y dirigidos por los neurobiólogos Michael Persinger y Ramachandran, por el neurólogo Wolf Singer y por el neurolinguista Terrence Deacon, además de por técnicos usando scanners modernos para hacer imágenes cerebrales, detectaron lo que ellos llamaron «el punto Dios en el cerebro» (God Spot o God Module). 
Personas que en sus vidas han dado un espacio significativo a lo profundo, a lo espiritual, revelan en los lóbulos frontales del cerebro una excitación detectable por encima de lo normal. Estos lóbulos están ligados al sistema límbico, el centro de las emociones y los valores. Ahí se da una concentración en aquello que tales científicos llamaron «mente mística» (mystical mind). 
Tal estimulación del ‘punto Dios’ no está ligada a una idea o a algún pensamiento objetivo. Es activado siempre que la persona se siente envuelta emotivamente en los contextos globales que confieren sentido a la vida o cuando, de forma autoimplicada, se refiere a lo Sagrado, a temas religiosos o directamente a Dios. Se trata de emociones y no de ideaciones, de factores ligados a experiencias de gran sentido que implican una percepción del Todo y de algo incondicional.
Estudios más recientes indican que puede haber de hecho no solamente una sino mucha regiones del cerebro estimuladas por la experiencia de totalidad y de sacralidad. Eso indica que el ‘punto Dios’ puede ser, en realidad, una ‘red de Dios’ que comprende zonas normalmente asociadas a emociones profundas y cargadas de significado. Otros investigadores como Eugene D’Aquili y Andrew Newberg llamaron a esta realidad, como hemos mencionado antes, «mente mística». La integración de la inteligencia espiritual con las otras formas de inteligencia ̶ intelectual y emocional ̶ nos abre a una comunión con todas las cosas y a una actitud de respeto y de reverencia ante todos los seres, mucho más antiguos que nosotros.
Esta mente mística pertenece al proceso más general, antropogénico-cosmogénico. Ella representa una mejora evolutiva de la especie homo. Así como externamente estamos dotados de sentidos por los cuales aprehendemos la realidad a través del oído, de la vista, del tacto y del olfato, de igual manera estaríamos internamente enriquecidos con un órgano mediante el cual captamos el Misterio del Mundo, nos hacemos sensibles a aquella Energía poderosa y amorosa que recorre de punta a punta todo el universo y que subyace a nuestra existencia. Las tradiciones religiosas la llamaron Dios.
Si ella está en nosotros, y nosotros somos parte del universo, entonces significa que esta inteligencia espiritual constituye una propiedad del propio universo. Sólo porque está en el universo puede estar en nosotros. Por esta razón la filósofa y física cuántica Danah Zohar y el psiquiatra Ian Marshall afirman que el ser humano no está solamente dotado de inteligencia intelectual y emocional, sino también de inteligencia espiritual. Ésta es un dato de la realidad con el mismo derecho de ciudadanía que la libido, la autoafirmación, la inteligencia y el amor (QS: inteligência espiritual, Record 2000).
Hoy, más que antes, se hace urgente dar relieve a la inteligencia espiritual porque vivimos en una cultura entorpecida por el materialismo y por el consumismo inducido. El efecto de este modo de ser está bien relatado por la literatura contemporánea: sentimientos de náusea (Sartre), de estar-de-sobra (Marcel), de alienación (Marx), de "desamparo-abandono" (Heidegger), de extranjeros en la propia patria (Camus). En una palabra, padecemos graves enfermedades de sentido como denunciaron los psicoanalistas Rollo May y Victor Frankl. Todo esto porque embotamos la inteligencia espiritual.
La espiritualidad nos ayuda a salir de esta cultura enferma y agonizante. La integración de la inteligencia espiritual con las otras formas de inteligencia ̶ intelectual y emocional ̶ nos abre a una comunión amorosa con todas las cosas y a una actitud de respeto y de reverencia ante todos los seres, mucho más antiguos que nosotros. Sólo así, podremos reintegrarnos en el Todo, sentirnos parte de la comunidad de vida y acogidos como compañeros en la gran aventura cósmica y planetaria.
GRACIAS 
NAMASTE

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