El Estómago y su importancia



Notamos mariposas en el estómago al enamorarnos. Se nos hace un nudo en la tripa cuando estamos nerviosos y asustados. Nos entra el cague cuando tenemos miedo. Las ideas son comida: las opiniones se digieren, los hechos se presentan en crudo y a medio cocer, y las afirmaciones se tragan.

No es un capricho del lenguaje que relacionemos la mente con el estómago. Las personas tenemos un segundo cerebro en el intestino, en el cual se alojan unas 100 millones de neuronas, nada menos que el tamaño del cerebro de un gato. Si bien la psique está controlada por la mente, nuestro sistema digestivo toma sus propias decisiones, ya que cuenta con algunas de las mismas terminaciones nerviosas que el cerebro.

Si eres de los que se da atracones de chocolate, no te dejes consumir por el remordimiento: puede que sea culpa de tus bacterias intestinales, que te incitan a comer dulce sin parar. Los billones de microbios del intestino (microbiota) nos manejan a su antojo y favorecen el consumo de ciertos alimentos que los hacen prosperar mejor. «Las bacterias del intestino son manipuladoras. Hay una diversidad de intereses en el microbioma intestinal; algunos se alinean con nuestros objetivos alimenticios y otros no», dicen Carlo Maley y Athena Aktipis, dos investigadores de la Universidad de California, en un estudio sobre el tema.



MODIFICAR LOS MICROBIOS INTESTINALES PUEDE CAMBIAR LA CONDUCTA

Las bacterias intestinales condicionan incluso la personalidad. Un experimento ha demostrado que al inyectar a ratas sanas la microbiota de otras con rasgos autistas, las primeras desarrollaron el mismo comportamiento antisocial. También en humanos se ha comprobado que aquéllos con problemas de conducta tienen diferencias esenciales en la flora intestinal que otras personas sanas. Lo que muestran estos avances es que modificar la capacidad mental humana no sólo puede conseguirse a través del cerebro.

«Cambiar la flora bacteriana intestinal predeterminada puede variar la conducta», afirma el doctor Fernando Carballo, presidente de la Sociedad Española de Patología Digestiva. Un cambio en la dieta para estimular los intestinos podría abrir campos muy interesantes para curar determinadas enfermedades neuronales, cree este experto. De hecho, los trasplantes fecales -sí, existen los donantes de caca-, han demostrado ser más eficaces que algunos antibióticos para curar enfermedades como el colon irritable.

«La interacción entre cerebro e intestino está comprobada y eso abre la puerta al futuro», afirma el doctor Carballo. «Aunque aún queda mucho para que se pueda mejorar la calidad de vida de esquizofrénicos o autistas a través del equilibrio bacteriano».



LOS "SENTIDOS" DE NUESTRO ESTÓMAGO

  • Memoria: La proteína que quema la grasa corporal se encarga también de la memoria; por eso los obesos son más propensos a la demencia.
  • Bienestar: El estado de ánimo se aloja en el estómago, ya que ahí se produce y almacena el 90% de la serotonina, la 'hormona de la felicidad'.
  • Sueño: Cuando relajamos las tripas, nuestras neuronas estomacales producen benzodiazepinas, que relajan e inducen el sueño.
  • Estrés:Ante una emergencia, el cerebro toma energía del intestino. Las tripas se 'rebelan' y envían señales como malestar estomacal.
  • Gula:Las billones de bacterias que se alojan en el intestino eligen sus propios nutrientes para prosperar: a veces son más golosas que tú.
  • Miedo:El pánico hace que el cerebro espante al intestino grueso. Éste ya no dispone de tiempo para absorber líquido y el resultado es diarrea.



El Juicio a uno mismo. Nuestras excusas para no vivir.

El Juicio a uno mismo. Nuestras excusas para no vivir.


¿Te juzgas a ti mismo? No eres el único.

Aunque ya estoy acostumbrado, lo que más me ha sorprendido durante los más de 10 años que llevo trabajando (tanto a nivel individual como con grupos), es lo arraigado que el juicio a uno mismo se encuentra en nosotros, los seres humanos. He trabajado con personas que disfrutaban del mayor éxito imaginable, que tenían una vida ideal, con las situaciones y circunstancias que otros soñarían. No obstante, las cuestiones del pasado que debíamos elaborar juntos, porque continuaban repitiéndose y creándoles dificultades sin motivo alguno, eran el juicio y la duda respecto a sí mismos.

Uno de los problemas con el auto-juicio es que nos aparta de la vida. Cuando comienzo a juzgarme mí mismo y decido que no puedo hacer algo, me digo algo así: “No, no puedo, no puedo hacer esto ni tomar este camino; es mejor que vaya por este otro…”. Sin embargo, si a pesar de las dudas decido continuar adelante y vivir esa experiencia, tendré mucha más fuerza vital, mayor crecimiento y más apertura. De manera que, lo que he aprendido acerca del juicio a uno mismo, es que tomar conciencia de él debe ser una de las prácticas más profundas para cada uno de nosotros. Y que, cuanto más conscientes somos acerca del momento en que aparece en nuestra mente y en nuestras acciones, antes podemos comenzar a trabajar con él y abrirnos a la vida en mayor medida.



El juicio a uno mismo y el rechazo.

Muchos creen que el juicio a uno mismo tiene su origen únicamente en el pasado. Por ejemplo: si tu madre criticó tus trabajos de arte, se supone que, incluso aunque hoy en día seas el pintor más célebre del mundo, o de tu ciudad, permanecerá en tí la semilla de la duda. Debido a que querías el amor y el reconocimiento de tu madre, su juicio aún te estaría afectando mientras sigues reproduciendo ese antiguo guión. Esto es válido para todos nosotros. Aunque, si profundizamos, debemos reconocer que vivimos en una sociedad que juzga y critica enormemente. Vivimos en una sociedad que nos obliga a compararnos unos con otros, a a juzgarnos entre nosotros. Es cierto que en este momento de nuestra evolución estamos rompiendo con ese círculo vicioso, pero si observamos este fenómeno más de cerca, descubriremos que se basa en un miedo primal muy básico.

Cuando en la antigüedad vivíamos en tribus, era vital para nosotros ser aceptados dentro de nuestro grupo tribal. La consecuencia de ser rechazado o apartado de la tribu podía ser la muerte. Podíamos morir solos. De manera que, aún conservamos un miedo innato al rechazo, a ser criticados y juzgados por otros y a que nos alejen de ellos. Uno de los aspectos que debemos superar cuando trabajamos el juicio a nosotros mismos es: si alguien te rechaza, permíteselo. Permite que no acepten algo que has dicho y ve en busca de las personas que sí estarán abiertas para lo que tienes que decir. Porque eso se convertirá en un acto de curación para tí. Al dejar ir esa atadura que quizá de niños no podíamos soltar hacia nuestros padres, porque dependíamos de ellos y entonces eran nuestro principal foco de atención, ahora, ya adultos, podemos liberarnos de esas antiguas energías, quizá en la figura de un amigo o de un grupo.



Juzgarse a uno mismo por el auto-juicio en sí.

Este juicio se da continuamente entre las personas espirituales o que buscan el autoconocimiento y el aprendizaje. Siempre hay un: “¡Oh, Dios mío! ¡Otra vez estoy haciendo lo mismo! ¡No puedo creerlo! ¡Puedo hacerlo mejor! “

Cada vez que estoy haciendo esto, no lo estoy haciendo mejor. En vez de eso, puedo tomar conciencia de mi auto-juicio y decir: “Ah, muy bien. Me doy cuenta de que me estoy juzgando. Así que pondré mi intención en soltar y dejar ir este juicio, no importa cuánto me lleve. Pongo mi intención en abrirme más allá del juicio mí mismo.”



Aceptación, consciencia y acción.

El primer paso para conseguir acabar con nuestro auto-juicio es aceptar que existe. No dejes que dé vueltas a tu alrededor como un mal olor o como una sombra de la que avergonzarte. Todo el mundo tiene algo con lo que está lidiando en su interior, y la mayoría de las personas tienen alguna clase de juicio a sí mismas.

Puedes escribir en tu computador o sobre el papel cuál es el mayor juicio que te haces a tí mismo. A continuación, escribe: ¿Qué me impide hacer este juicio en mi vida?. Y para terminar: ¿Cómo me hace sentir este juicio?.

Por ejemplo, en esa lista el mayor juicio podría ser: “Tengo sobrepeso. Lo que me impide hacer es: asistir a cursos de danza, tener citas, sentirme a gusto con la ropa que llevo. Mis sentimientos acerca de él son: profunda vergüenza, la sensación de no ser lo bastante bueno, tristeza, aislamiento…”.



El truco aquí es hacer dos cosas:

1.-Permite que esas emociones entren en tu cuerpo. Sé que eso es lo último que desearías hacer, pero si no dejas que esas emociones salgan a la superficie para ser liberadas, permanecerán a tu alrededor constantemente y continuarán minando tu vida, a menos que hagas algo para impedirlo.

2.-En un espacio tranquilo, coloca las manos en tu vientre y permítete sentir esa vergüenza, permítete sentir esa tristeza. Tal vez tengas miedo de que esas emociones puedan consumirte y ahogarte, pero no te preocupes. Cuanto más permitas que las emociones se asienten en el cuerpo, antes comenzarán a liberarse. Cuando consigas sentirlas intensamente, puedes hacer algún tipo de movimiento, o incluso poner música y bailar por la casa.

El siguiente paso consiste en llevarte a ti mismo a esa clase de danza a la que temías asistir. Sé que muchos sentirán un muro de miedo ante la sola idea de hacerlo. Sin embargo, confía en mí: si vas a esa clase y ya sabes que, una vez allí, van a aparecer pensamientos y ya sabes que vas a sentirte incómodo, eso te dará un inmenso poder , y también la fuerza para atravesar la experiencia. Y, paradójicamente, una vez que hayas acudido a una, dos, tres clases de danza, la misma energía que echabas hacia atrás y encogías dentro de tu cuerpo, empezará a emerger hacia fuera y hacia arriba del cuerpo como energía de vida. ¿Sabes? Nuestro cuerpo sabe reconfigurarse muy bien cuando la mente deja de estar al mando y no dejamos que nos impida seguir adelante.

De manera que invito a todos a que vivan con el mínimo auto-juicio con que consigan hacerlo y a que sean pacientes consigo mismos hasta que puedan lograrlo. 
Dí: “Dejo ir los juicios a mí mismo. Estoy aquí para vivir. Estoy abierto a ello."



– Escribe:

¿Dónde me estoy juzgando a mí mismo/misma?

¿Qué me impide hacer en mi vida?

¿Cómo me haces sentir este juicio?




– Transformación mediante la acción:

1. Siéntate con las manos en el vientre.

2. Permite que todas las emociones asociadas con el juicio emerjan y estate muy presente en ellas.

3. Di: “Permito que estas emociones salgan y sean liberadas”.

4. Muévete o baila para ayudar a liberar las emociones más intensas.

5. Si un auto-juicio te impide pasar a la acción, experimenta y ¡PASA A LA ACCIÓN de todos modos!



Libero la mentira que es mi propio auto-juicio. Me devuelvo a mí mismo a la vida”.


Disfruta del viaje.


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GRACIAS, Bendiciones

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