¿PROFECÍA O FENÓMENO NATURAL?



A lo largo de nuestra historia sociocultural, se han manejado informaciones a medida que se van descubriendo hechos a través de la observación de la naturaleza según van percibiendo nuestros únicos sensores de recepción del entorno que son nuestros 5 sentidos, creando así nuestra propia historia, nuestras religiones y nuestras ciencias.
En este artículo veremos algo que ha estado haciendo ruido hace mucho tiempo, más aun hoy en día, referente a las diversas profecías que se refieren a un supuesto fin del mundo.
En toda nuestra historia, podremos observar diversos pensamientos que van evolucionando de acuerdo a las distintas observaciones y descubrimientos que se van desarrollando; cambiando conceptos e ideas según sean las pruebas halladas. Sabemos que desde muy antiguo le interesó al hombre escudriñar las estrellas.
En lo que se refiere a la Astronomía, Aristóteles, gran filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia en los períodos 384 y 322 antes de Cristo,  propuso la existencia de un Cosmos esférico y finito sosteniendo un sistema geocéntrico, en el cual la Tierra se encontraba inmóvil en el centro mientras a su alrededor giraba el Sol con otros planetas y astros. 
Esta teoría de la Tierra como centro del universo perduró por varios siglos hasta que un astrónomo polaco del Renacimiento, llamado Nicolás Copérnico, en el siglo XVI, cambió el concepto e introdujo una serie de paradigmas, concibiendo el Sol como centro del universo.
Copérnico estudió los escritos de los filósofos griegos buscando referencias al problema del movimiento terrestre ya que según su observación y estudios no le calzaba con lo que sostenían en la antigüedad, proponiendo un estudio que le llevó más de 25 años, en el cual sostenía una teoría heliocéntrica, causando una verdadera revolución en la ciencia de aquella época.  Esta teoría habla que tanto la Tierra como el resto de los planetas que se conocían hasta esa época eran los que giraban alrededor del Sol, creando movimientos uniformes, eternos, y circulares o compuestos de diversos ciclos, llamados epiciclos, y que los astros o estrellas restantes eran objetos distantes que permanecían fijos y por lo tanto no orbitaban alrededor del Sol, sosteniendo que éste era el centro del Universo.
Con esta teoría, Copérnico tuvo en contra al cristianismo de la época que había hecho suyo los presupuestos aristotélicos del mundo antiguo, causando una gran revolución entre los eruditos del tema, siendo condenando y repudiado por la Iglesia Católica.
A principios del siglo XVII, un astrónomo, filósofo matemático y físico italiano, llamado Galileo Galilei, con su invención del telescopio, retoma el tema según sus propias observaciones, profundizando, corrigiendo y complementando dicha teoría, con lo cual se trajo encima al poder máximo de aquella época, la Iglesia Católica, convirtiéndose en su enemiga.  Él fue quien demostró, bajo sus observaciones gracias al invento del telescopio, las primeras pruebas de manchas solares, los montes de la luna y la influencia de ésta para con la Tierra, creando las mareas; las distintas fases de Venus, los satélites de Júpiter y el descubrimiento de nuevas estrellas y constelaciones.
Recién, en el siglo XVIII, el papa Benedicto XIV, autoriza la publicación y aceptación de la teoría heliocéntrica propuestas por Copérnico y defendidas y corregidas por Galilei, creando así, una nueva era en la astronomía.
Paralelamente a Galileo, el físico, filósofo y matemático inglés, Isaac Newton, extendió hacia los cuerpos celestes las teorías de la gravedad terrestre, conformando la Ley de la gravitación universal, inventando así la mecánica celeste, con lo que explicó el movimiento de los planetas, complementando la teoría heliocéntrica.
Gracias a estos descubrimientos, comenzó la gran era del estudio del universo en nuestro planeta, perfeccionando y descubriendo nuevos eventos que hoy en día ya muy bien conocemos.
Gracias a los estudios generados por la NASA, se ha podido apreciar que todos los cuerpos celestes del universo, aparte de tener un movimiento de rotación, también tienen movimientos de traslación de acuerdo a un centro y, estos centros, no son fijos, sino que obedecen al mismo movimiento, así, continuamente, hasta llegar al centro del Universo.
Con respecto a lo que nos concierne, nuestro sistema solar, funciona de la siguiente manera:
La Luna gira en torno a la Tierra, iluminándonos las noches gracias al reflejo de la luz del Sol y creando las mareas en nuestro planeta.
La Tierra y los demás planetas, giran en torno al sol, creando, en nuestro caso, 4 distintas estaciones de tres meses cada uno: Invierno, Primavera, Otoño y Verano, en un período de un año terrestre.
El Sol, al igual que los planetas, gira en torno a un centro, llevándonos con él y creando 12 estaciones o eras distintas que tienen los nombres del zodíaco, conformado por las constelaciones observadas antiguamente, generando un año solar que es equivalente a un promedio de 25.920 años terrestres, en donde cada era tiene una duración promedio de 2.160 años terrestres; perteneciendo a un sistema solar llamado las Pléyades, en la cual el sol central es la estrella de Alción.
Este sistema solar de soles, llamado las Pléyades, compuesto por 7 soles con sus respectivos planetas, incluyendo nuestro sistema solar, llamado Ors, gira alrededor del centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea y demora unos 230 millones de años terrestres en completar un ciclo.
Así como la Tierra genera distintas estaciones durante su movimiento de traslación alrededor de nuestro Sol, que condicionan y afectan a nuestro planeta, creando diversas temperaturas y climas, a nuestro Sol le sucede exactamente lo mismo con sus respectivas eras o estaciones, haciendo que el Sol entre en períodos de mayor o menor actividad, es decir, que caliente más o menos, según por donde está pasando en ese momento.  Al sucederle esto al Sol, obviamente le afecta a sus planetas que domina. Cualquier efecto que sea condicionante para el Sol, repercute en sus planetas.  Es por ello que cada cierto tiempo, nuestro planeta, en particular, pasa por períodos de glaciaciones producto del poco calentamiento que está teniendo el Sol en esos momentos y, viceversa, el planeta sufre un calentamiento global, producto de la gran actividad que el Sol está teniendo en esos momentos.
Si bien estos son descubrimientos nuevos para nuestra sociedad, es una información que se manejaba hace miles de años atrás según demuestran diversas culturas ya extintas como son las egipcias, sumerias, hindúes y mayas, en donde se refieren a este comportamiento del Sol respecto a su movimiento de traslación, que les servían tanto para entender el Universo, como el comportamiento de nuestro planeta, en especial para épocas de siembras y cosechas.
El Sistema Solar de Ors tiene un movimiento de traslación que dura un promedio de 25.920 años terrestres, formando 12 distintas eras o estaciones de un promedio de 2.160 años terrestres cada una, girando alrededor de la gran estrella Alción.  Cada vez que Ors pasa por una de estas eras, afecta a nuestro Sol y, por consiguiente, a sus planetas, en particular a la Tierra, generando, a su vez, cambios en el comportamiento humano y, por ende, a su cultura y evolución social.
En la historia podemos observar estos hechos, en particular, a través de cada una de las religiones que tenemos.
Durante la época en que nuestro Sol pasaba por la constelación o era de Leo, las religiones, en particular la judía, tenían, a modo de símbolo, al león como representante de Dios en la Tierra; es por ello que aún se conserva esa costumbre para algunos libros relativos al tema.  Otro ejemplo es durante la era de Tauro, las religiones en esa época tenían como símbolo de adoración al Toro.  Lo mismo sucedió durante la era de Aries, en donde tenían a un carnero a modo de adoración (es por ello que se dice “el cordero de Dios”) y, actualmente, en la era de Piscis, podemos observar que en el cristianismo se tiene el símbolo del pez como representación de Cristo.
Se ha descubierto que cada 25.920 años la Tierra pasa de una época glacial a una más templada producto de este movimiento de traslación y que calza con el cambio de la era de Virgo a Leo, provocando derretimientos de los hielos de toda la superficie, generando movimientos de aguas muy fuertes y, por consiguiente, constantes lluvias hasta equilibrar el clima de la Tierra, llamados Diluvios.  Estos hechos se pueden apreciar tanto en los relatos de los libros de cada religión, como en los estudios de carbono 14 que han hecho nuestros arqueólogos y científicos.
A su vez, como hemos podido corroborar hoy en día, ya que lo estamos viviendo, la Tierra sufre cambios bruscos de calentamiento global cada 25.920 años que calza con el cambio de era de Piscis a Acuario, justo el lado opuesto de el de Virgo a Leo, produciendo que el magma de la Tierra se caliente, aflojando nuestras corteza terrestre, haciendo “flotar” las placas, provocando movimientos telúricos más constantes y cambiando nuestros climas.
Por ende, es un proceso muy normal y constante de nuestro planeta que se repite en forma cíclica.
Últimamente, se está hablando mucho del Cinturón Fotónico, ya que es mencionado en diversas profecías que circulan tanto por internet, como de boca en boca, generando miedo y ansias entre la población mundial.  Esto es debido a que tanto los científicos, astrólogos y astrónomos, como los del mundo holístico, han descubierto que efectivamente existe y que nos estamos acercando cada vez más a él debido al movimiento de traslación de nuestro sistema solar, Ors.
El Cinturón Fotónico fue inicialmente descubierto cuando el famoso astrónomo británico Edmund Halley comenzó una serie de estudios sobre el conjunto de estrellas llamadas las Pléyades a comienzo del siglo XVIII. Halley es reconocido por su descubrimiento del cometa Halley, que parecía demostrar las leyes newtonianas del movimiento planetario. Halley descubrió que por lo menos 3 de las estrellas del grupo de las Pléyades no estaban en las mismas posiciones registradas en tiempos bíblicos por varios astrónomos griegos. La diferencia en la posición era ya tan grande en tiempos de Halley que era imposible afirmar quién estaba equivocado,  si los griegos o Halley. Este, por consiguiente, concluyó que las Pléyades tenían un desplazamiento predecible. Un siglo después se demostró la validez de sus observaciones, gracias a las hechas por el astrónomo alemán Friedrich Bessel, quien descubrió que todas las estrellas en las Pléyades tienen un movimiento propio.
Durante el siglo XIX, los científicos, en el estudió de las Pléyades, descubrieron que en un perfecto ángulo recto de 90 grados, con el movimiento de las Pléyades, había un cinturón de luz en forma de anillo elíptico, parecido en su formación a los anillos de Saturno, con un espesor de 2,160 años terrestres.  Al investigar más, se dieron cuenta que esa luz no era otra cosa que la acumulación de fotones y que su densidad corresponden a casi 3 a 5 días terrestres.
Para la física moderna, el fotón es la partícula elemental responsable de las manifestaciones cuánticas del fenómeno electromagnético. Es la partícula portadora de todas las formas de radiación electromagnética, incluyendo a los rayos gamma, los rayos X, la luz ultravioleta, la luz visible, la luz infrarroja, las microondas y las ondas de radio.
Este cinturón de fotones tiene la particularidad que es emitida por la estrella Alción y que pasa por la órbita del movimiento de traslación de nuestro Sol, cortándolo, virtualmente, en cuatro sectores; haciendo que dos partes de la órbita de nuestro Sol sean de un período de 2160 años cada uno y, las otras dos, de un período de 10.800 años cada uno, formando así la sumatoria de 25.920 años.  A los sectores pequeños, se le denominó la Era de Luz ya que se descubrió que si nuestro sistema Solar, Ors, entrara ahí, tendría luz las 24 horas del día, producto de las emisiones de luz que Alción provoca y que rebotan en forma continua, manteniendo todo iluminado, por el efecto que produce este cinturón; y, a los sectores grandes, como la Era de  Oscuridad, ya que la luz emitida por Alción no puede atravesar el cinturón, haciendo que la única luz que recibimos es de nuestro propio Sol, generando, así, el concepto de día y noche.  Ahora, de no ser por la Luna, tampoco tendríamos luz durante la noche, ya que es el reflejo de nuestro Sol.
Toca la casualidad que los períodos cortos o sectores son precisamente las eras de Leo y de Acuario, 2160 años cada uno de duración.  Es decir, el cinturón pasa justo entre el fin de Virgo y el comienzo de Leo; el fin de Leo y el comienzo de Cáncer; el fin de Piscis y el comienzo de Acuario; y, por último, entre el fin de Acuario y el comienzo de Capricornio.
Al observar y entender estos fenómenos naturales de nuestro sistema solar y al compararlos con situaciones, simbologías y estructuras creadas por el hombre, nos podremos dar cuenta que esto era algo que la civilizaciones antiguas, de alguna manera, ya conocían.
Si observamos y estudiamos detalladamente el calendario Maya, nos daremos cuenta que la duración de este es precisamente desde que fue el Diluvio, el comienzo de Leo, hasta el cambio de Piscis a Acuario en donde el Sol expresa su máxima potencia creando efectos telúricos en nuestro planeta; es decir, cuando hay ingresos al cinturón fotónico desde una Era de Oscuridad a una Era de Luz; demostrando un cambio para nuestro planeta en todo orden y sentido.
A su vez, si analizamos una de las esculturas más antigua hecha por la mano del hombre y muy simbólica, como es la Esfinge de Egipto, nos daremos cuenta que es una mezcla de cuerpo de león con la cabeza de un humano; el cual, la parte león representa a la era de Leo y la parte humana, a la era de Acuario; otro referente más de estos cambios, tanto por un lado, como del otro, haciéndonos notar que existe un ciclo cósmico repetitivo, constante y eterno.
Si nos fijamos en la Biblia, veremos que nos hace referencia de un Diluvio, a modo de renovación y una nueva oportunidad para las personas para comenzar de nuevo, producto de la ira de Dios y, a su vez, de un Apocalipsis, en donde todo es fuego y calor, destrucción y movimiento de tierras a modo de salvación de las almas que merecen la vida eterna; otra renovación.  En ambas, nunca mencionan el fin del planeta, sino que la renovación de este.  Por lo visto, ellos sabían mucho más de lo que nosotros recién estamos descubriendo, aprendiendo y asumiendo.
Nuestro sistema solar Ors se sigue trasladando e inevitablemente, en algún momento, tendrá que cruzar el cinturón de fotones como varias veces lo ha hecho a lo largo de su existencia.
El proceso que pasa al cruzarlo es muy normal e implica una acomodación y transformación a modo de purificación tanto para nuestro Sol, como para sus planetas, ya que implica ser expuesto por esta acumulación de fotones por un tiempo determinado hasta cruzarlo por completo.
Se han especulado muchas cosas referentes al tema, pero nada es seguro, ya que esta sociedad jamás ha experimentado algo así anteriormente.  Pero los estudios científicos recientes dicen que podrían pasar cosas que, para nosotros, implicarían cambios casi desastrosos.
Existen dos posibilidades: una, que sea el Sol el primero que lo cruce y luego nuestro planeta Tierra; la segunda, es que sea nuestro planeta primero y luego nuestro Sol. Cualquiera sea el caso, en ambos sufriríamos esta exposición de acumulación de fotones. De ser primero la Tierra, experimentaríamos fuertes movimientos telúricos con una iluminación muy rojiza, sintiendo sensaciones corporales nuevas y transformadoras ya que los fotones nos estaría cambiando la estructura de nuestros átomos, como a todas las especies sobre la faz del planeta. Sería un reajuste para toda la Tierra hasta llegar al otro lado, en donde se experimentarían los días y noches estando siempre de día las 24 hrs.
De ser el Sol primero, empezaríamos a experimentar algo adicional y anteriormente a lo expuesto.  Sería el Sol quien experimentaría esto primero, pero, al comenzar a traspasar el cinturón de fotones, este haría que la luz de nuestro astro no llegara a los planetas y nos quedaríamos a oscuras hasta que nuestro planeta comenzara a cruzarlo.  Al no llegarnos la luz del Sol, estaríamos sufriendo las consecuencias de ello, que serían bajas temperaturas, bajo cero, por un período de entre 70 a 80 hrs, que es la distancia que tenemos con nuestro astro.  Luego, nuestro planeta comenzaría a cruzar el cinturón y comenzaríamos a sufrir lo que expusimos anteriormente.
Según escritos que circulan por todos los medios, se dice que entraríamos a una nueva era de iluminación, a una nueva dimensión; de la tercera a la cuarta dimensión; pero los científicos nada han podido averiguar, ni probar aun sobre ello. Pero, si nos basamos en la estructura de los fotones y del mismo cinturón, podría ser cierto, ya que los fotones son partículas de luz con que generan tres dimensiones, con un vector de ondas adicional,  expansivas, que podría ser una dimensión más a la generada por la luz, el cual no se desintegra espontáneamente en el vacío.  Esto explicaría que el fotón se puede apreciar y sentir naturalmente en una cuarta dimensión.  Si a esto le sumamos el hecho que es un cinturón hecho de este componente y que encierra toda esa energía en ella misma, iluminando y nutriendo su interior, pues no sería raro que nuestro sistema solar, Ors, experimentara una existencia distinta.  Algo está claro, los científicos han podido probar el hecho de que efectivamente existen más dimensiones.  Ya lo decía Einstein con su teoría de la Relatividad a mediados del siglo pasado. ¿Por qué no podría ser cierto?
Muchas son las supuestas profecías que están circulando de boca en boca y en internet, pero hay dos que han causado ruido desde que se intentaron descifrar, que son las siete profecías Mayas y el Apocalipsis de la Biblia, que relatan algo muy similar a lo que hemos visto durante este documental, pero con un atenuante:
En el Apocalipsis, en donde trata de la revelación relacionada con tres etapas de la historia habla del "nuevo orden", que comprende el reino milenial de Cristo en esta tierra y el reemplazo de esta por una mejor y eterna, descrita en sus páginas como “un nuevo cielo y una nueva tierra”.
Y en las profecías Mayas dicen que, al terminar de experimentar lo que se viene, la humanidad comenzaría a vivir una época de paz, de comunicación y de verdad única, sintiendo que todos nos sentiríamos uno, independiente de nuestra individualidad y que tendríamos telepatía y un manejo de una nueva energía natural creada por la Tierra, en donde la mentira ya no podría existir. De ser así, maravilloso sería el poder sobrevivir de lo que acontece, viviendo y experimentando lo que ellos dan por cierto.  Lo único que nos aconsejan es que para llegar a ello, debemos aprender el valor de la vida, a respetarnos como seres vivos que somos, a ser agradecidos de la vida, a cuidarla y, por sobre todo, a aprender a amar, tanto a nosotros mismos, como al resto y a lo que nos rodea, siendo humilde y superando nuestros temores y miedos.
Personalmente, no sé si se cumpliría en la fecha que todos dicen, el 21 de diciembre del 2012, puede que sea antes, como bastante después; pero sí creo que, más que una profecía llena de caos y terror, es un llamado de atención para nuestra humanidad, ya que, si supieron manejar varios hechos y acontecimientos mucho antes que nosotros, de los cuales recién estamos descubriendo y dando por sentado, debieron haber intuido cómo iba a ser nuestra sociedad en esta época y nos quisieron regalar un mensaje de cambio y de esperanza para nuestro favor y superarnos como sociedad.
No perdemos nada si lo intentamos y generamos ese cambio, haciéndonos respetar, preocupándonos con verdad de lo que nos sucede, con amor, compasión y humildad.  Aun estamos a tiempo para ello, nunca es tarde para crecer tanto humana, como espiritualmente.
Hay un antiguo dicho hindú que dice: “Aquel que reconoce la verdad del cuerpo puede entonces conocer la verdad del universo”
Que tengan un bello despertar, hasta la próxima. 


Les recomiendo visitar el siguiente artículo: Mensaje de ARCHIEL, Lo que viene
Namasté

2 comentarios:

  1. si, todo muy lindo pero el materialismo en el vivimos no nos deja ver la luz. y nadie te dice como salirse de esta bola de nieve tan gigante que es una ignorancia que no te deja ver estas cosa.-yo por ej.ago mi propia practica.- te mando mis saludos.-

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  2. Si Las pleyades estan tan lejos con sus estreyas tan grandes mas que nuestro sol. que a simple vista ni se ven en el cielo. el sol de alcione su luz ni brillo se notan, dudo por su distancia a este comentario de esto de cruzar un sinturon. me disculpo pero es que estan tan lejos. estas etrellitas

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Bendiciones.
NAMASTÉ

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