EL MUNDO PERDIDO:
DESDE EL RELATO DE PLATÓN HASTA NUESTROS DÍAS
En la Antigüedad
Se conservan algunos párrafos de escritores antiguos que aluden a los escritos de Platón sobre la Atlántida. Estrabón, en el siglo I a. C., parece compartir la opinión de Posidonio (c. 135-51 a. C.) acerca de que el relato de Platón no era una ficción.24 Un siglo más tarde, Plinio el Viejo nos señala en su Historia Natural que, de dar crédito a Platón, deberíamos asumir que el océano Atlántico se llevó en el pasado extensas tierras. Por su parte, Plutarco, en el siglo II, nos informa de los nombres de los sacerdotes egipcios que habrían relatado a Solón la historia de la Atlántida: Sonkhis de Sais y Psenophis de Heliópolis. Finalmente, en el siglo V, comentando el Timeo, Proclo refiere que Crantor (aprox. 340-290 a. C.), filósofo de la Academia platónica, viajó a Egipto y pudo ver las estelas en que se hallaba escrito el relato que escuchó Solón. Otros autores antiguos y bizantinos como Teopompo, Plinio, Diodoro Sículo, Claudio Eliano y Eustacio, entre otros, también hablan sobre la Atlántida, o los atlantes, o sobre una ignota civilización atlántica.
En el Renacimiento
Si bien conocida, durante la Edad Media la historia de la Atlántida no llamó mayormente la atención. En el Renacimiento, la leyenda fue recuperada por los humanistas, quienes la asumirán unas veces como vestigio de una sabiduría geográfica olvidada y otras, como símbolo de un porvenir utópico. El escritor mexicano Alfonso Reyes Ochoa afirma que la Atlántida, así resucitada por los humanistas, trabajó por el descubrimiento de América. Francisco López de Gómara en su Historia General de las Indias, de 1552, afirma que Colón pudo haber estado influido por la leyenda atlántida y ve en voz náhuatl atl (agua) un indicio de vínculo entre aztecas y atlantes.34 Durante los siglos XVI y XVII, varias islas (Azores, Canarias, Antillas, etc.) figuraron en los mapas como restos del continente perdido. En 1626, el filósofo inglés Francis Bacon pública La Nueva Atlántida (The New Atlantis), utopía en pro de un mundo basado en los principios de la razón y el progreso científico y técnico. En España, en 1673, el cronista José Pellicer de Ossau identifica la Atlántida con la península Ibérica, asociando a los atlantes con los misteriosos tartesios.
Mapa del imperio atlante. De Atlantis: The Antediluvian World, de Ignatius Donnelly, 1882.
Obra de Ignatius Donnelly
No será hasta la segunda mitad del siglo XIX, que la historia de la Atlántida adquiera la fascinación que provoca hasta hoy en día. En 1869, Julio Verne escribe Veinte mil leguas de viaje submarino, novela que en su capítulo IX describe un alucinante encuentro de los protagonistas con los restos de una sumergida Atlántida. Tiempo después, en 1883, Ignatius Donnelly, congresista norteamericano, pública Atlántida: El Mundo Antediluviano (Atlantis: The Antediluvian World). En dicha obra, Donnelly, a partir de las semejanzas que aprecia entre las culturas egipcia y mesoamericana, hace converger, de modo muchas veces caprichoso, una serie de antecedentes y observaciones que lo llevan a concluir que hubo una región, desaparecida, que fue el origen de toda civilización humana (véase difusionismo) y cuyo eco habría perdurado en la leyenda de la Atlántida. El libro de Donnelly tuvo gran acogida de público (fue reeditado hasta 1976), en una época en que el avance de la ciencia permitía a su hipótesis aparecer seductoramente verosímil. Tanto fue así, que el gobierno británico organizó una expedición a las islas Azores, lugar donde el escritor situaba la Atlántida.
La Atlántida después de Donnelly, hipótesis sobre la Atlántida en la actualida
Hipótesis sobre la Atlántida
Las conjeturas que postulaban la existencia de la Atlántida como el «continente perdido» fueron invalidadas por la comprobación del fenómeno de la deriva continental durante los años 1950. Por ello, algunas de las hipótesis modernas proponen que algunos de los elementos de la historia de Platón se derivan de mitos anteriores o se refieren a lugares ya conocidos.
Atlántida esotérica
El éxito de Donnelly motivó a los autores más diversos a plantear sus propias teorías. En 1888, la ocultista Madame Blavatsky publicó La Doctrina Secreta. Allí aludía al El Libro de Dzyan un supuesto documento tibetano cuyo origen remoto estaría en la Atlántida. Según Blavatsky, los atlantes habrían sido una raza de humanos anterior a la nuestra, cuya civilización habría alcanzado un notable desarrollo científico y espiritual.
En 1938, el jerarca nazi Heinrich Himmler organizó, en el contexto del misticismo nacionalsocialista, una serie de expediciones a distintos lugares del mundo en busca de los antepasados atlantes de la raza aria.
En 1940, el médium norteamericano Edgar Cayce predice que en 1968 la Atlántida volverá a la superficie frente a las costas de Florida. Un año después de esa fecha, en 1969, se descubre una formación rocosa sumergida en las aguas de la isla de Bimini, Bahamas, a unos 80 km al este de Miami. Esta estructura, llamada Carretera de Bimini o Muro de Bimini, fue considerada como un resto de la isla desaparecida, alegándose que cumplía la predicción de Cayce. Sin embargo, los expertos geólogos sostienen que se trata de una formación natural conocida como roca de playa.
Atlántida minoica
Al margen de lo esotérico, el impulso generado por la obra de Donnelly motivó numerosos historiadores y arqueólogos, tanto profesionales como aficionados, quienes durante el siglo XX desarrollaron diversas conjeturas sobre la ubicación de la Atlántida, asociando a los atlantes con diferentes culturas de la Antigüedad. Es así como en 1913, el británico K. T. Frost sugiere que el imperio minoico (o cretense), conocido de los egipcios, poderoso y posiblemente opresor de la Grecia primitiva, habría sido el antecedente fáctico de la leyenda atlántida.
En 1938, el arqueólogo griego Spyridon Marinatos plantea que el fin de la civilización cretense, a causa de la erupción del volcán de Santorini, antiguamente llamada Thera, cuya capital era Akrotiri, podría ser el fondo histórico de la leyenda. La idea de Marinatos fue desarrollada por el sismólogo Angelos Galanopoulos, quien en 1960 publicó un artículo donde relaciona la tesis cretense con los textos de Platón. Si bien el propio Marinatos siempre sostuvo que se trataba de una simple especulación, la hipótesis de la Atlántida cretense ha tenido amplia aceptación y captado muchos seguidores, entre los que se cuenta el fallecido oceanógrafo francés Jacques Cousteau.
Entre el 1628 y el 1627 a. C., la erupción del volcán terminó con una gigantesca explosión de caldera, del mismo tipo que la mucho más estudiada de Krakatoa (Indonesia) de 1883. Como efecto de la explosión la isla perdió buena parte de su superficie, y se puso en marcha un maremoto que asoló el Mediterráneo Oriental, provocando, entre otros efectos, una grave crisis de la civilización minoica de Creta. Parece que la población encontró tiempo suficiente para evacuar la isla, llevándose muchos de sus bienes muebles. Marinatos popularizó la idea de que la explosión prehistórica de Tera-Santorini está en el origen del mito de la Atlántida y del Mito del Éxodo.
La explosión fue muy intensa y la emisión de polvo oscureció la atmósfera lo suficiente como para que el hecho fuera observado en China. El enfriamiento del tiempo ha quedado registrado en anillos de los árboles incluso en Canadá. En Egipto, jeroglíficos datados de ese periodo muestran que la nube lo asoló. Este fenómeno duró nueve días en Egipto, medio día en China y se estima que una hora en la Antártida.
Atlántida en Huelva (Andalucía)
Por su parte, en 1922, el arqueólogo alemán Adolf Schulten retomó y popularizó la idea de que Tartessos fue la Atlántida.43 Hipótesis que había tomado de los historiadores españoles Francisco Fernández y González (finales del s. XIX) y su hijo, Juan Fernández Amador de los Ríos (1919) y que desde entonces ha contado con varios seguidores hasta el día de hoy.
En el año 2005, un equipo multidisciplinar de investigadores del CSIC (Juan José Villarias Robles, Sebastián Celestino Pérez y Ángel León) y de la Universidad de Huelva (Antonio Rodríguez Ramírez), en el marco del denominado Proyecto "Constratación de la hipótesis de Wickboldt-Kühne", comprueban sobre el terreno si las formas geométricas que se advierten en las imágenes de 1996 del Espacio Natural de Doñana obtenidas desde el satélite indio IRS y señaladas por los investigadores alemanes Werner Wickboldt (Braunschweiger Zeitung, 10 de enero y 19 de febrero de 2003) y Rainer W. Kühne (Antiquity, Vol. 78, Nº 300, junio de 2004), y las que el escritor y atlantólogo hispanocubano Georgeos Díaz-Montexano aportó -públicamente- a Rainer Kühne en el 2003 en el forum Atlantis Rising, corresponden a un yacimiento arqueológico de importancia tal como la Atlántida o Tartessos.
Los resultados de las pruebas realizadas (georradar, tomografía, sondeos, catas sedimentológicas) entre 2005 y 2010 no permitieron descartar que tales formas geométricas obedecieran a los restos arqueológicos referidos por Wickboldt y Kühne, ni siquiera se pudo constatar la verdadera naturaleza de tales extrañas formaciones, aunque se insistió en que era muy poco probable que fueran naturales o geomorfológicas, tal como se refleja en los informes presentados ante el CSIC y la Junta de Andalucía y que se pueden consultar en la web del CSIC.
Basado en las investigaciones del CSIC y la Universidad de Huelva National Geographic Society emitió en marzo del 2011 un documental sobre la Atlántida, "Finding Atlantis",46 bajo la conducción del profesor de la Universidad de Hartford (Connecticut), Richard Freund, quien, basándose en anteriores hipótesis de autores españoles y alemanes, defiende la posible localización de la capital de la Atlántida en el Parque de Doñana, la cual habría sido enterrada por un poderoso tsunam
Atlántida en América
En 1998, el investigador Jim Allen aseguró encontrar pruebas de la perdida isla en el altiplano de Bolivia, en Pampa Aullagas del Departamento de Oruro.. (“Atlantis: the Andes Solution” Windrush Press, England 1998). La teoría se apoya en varias fuentes y resultados de investigaciones respecto a la formación mineralógica de las montañas que rodean al Altiplano, y la correspondencia entre la planicie rectangular del Altiplano al lado del lago Poopó y la descripción de la planicie rectangular dada por Platón. Además Allen mantiene que el cerro volcánico en Pampa Aullagas rodeado con anillos concéntricos corresponde a la isla capital de la Atlándida con sus anillos concéntricos y dice que la leyenda griega tuvo su origen en una supuesta leyenda boliviana, “La Leyenda del Desaguadero”, que habla de una ciudad castigada por los dioses y sumergida bajo un lago; un tema común a varias mitologías y que puede deberse a la influencia del mito bíblico del diluvio aportado por los misioneros.
El investigador participó en varios documentales y entrevistas incluso en 1998 en un documental de la BBC y en 2001, participó en un documental para Discovery Channel dirigido por “Of Like Mind Productions” y titulado "La Atlántida en los Andes". 48 que incluye imágenes de Tihuanaco y también los resultados de la expedición Akakor realizada en el lago Titicaca en 1999. Algunos investigadores, como Arthur Posnansky, cuyas conclusiones no concuerdan con los datos arqueológicos que establecen la fundación de esta ciudad como tal en el siglo I de nuestra era, proponen una antigüedad de alrededor de doce mil años para las ruinas de Tihuanacu, lo cual coincidiría con la fecha probable de la Atlántida platónica aunque Allen mencionó en sus libros la posibilidad de 1260 a.C. como más probable. El documental argumenta, además, que Tihuanaco y el pueblo aimara fueron uno de los diez reinos de la isla, si bien esta etnia es posterior a la caída de Tiahuanaco en el siglo XIII de nuestra era. Esta hipótesis ha sido rechazada por la comunidad científica dado que las dataciones propuestas para Tiahuanaco, como también las extrapolaciones de Allen a partir de los textos antiguos, carecen de bases sólidas y contradicen todos los demás estudios realizados al respecto.
Hipótesis modernas sin intervención sobrenatural ni extraterrestre
En 1999, el periodista y escritor británico Graham Hancock realizó para la BBC el documental "Atlantis Reborn", en el que documentaba con gran detalle su hipótesis de una catástrofe planetaria y la desaparición de una civilización anterior. Esta hipótesis, también publicada en forma de libro, se apoya tanto en los relatos de la tradición oral de religiones y pueblos antiguos como en sus propias teorías sobre la desviación del eje terrestre. Las ideas de Hancock postulan una influencia entre algunos supervivientes de esa pasada civilización y los albores de la actual, estos supervivientes narrarían el mito de la Atlántida, recogido en Platón y, según Hancock, otras fuentes antiguas. El libro de Hancock Tras las huellas de los dioses señala un desplazamiento del eje magnético de la tierra como el origen de la catástrofre. Al corregir mediante computación esa desviación desviamiento, Hancock pretende demostrar que diversas edificaciones antiguas alrededor de todo mundo muestran una concordancia exacta con las constelaciones del fimamento, para lo cual considera que esas construcciones son más antiguas de lo que se admitido y presupone que fueron diseñadas en función de ciertos patrones astronómicos.
Según muchos estudiosos entre ellos los arqueólogos Angelos Galanopoulos y el ya mencionado Spyridon Marinatos, el submarinista Jacques Cousteau y el profesor J. V. Luce (sobre una tesis de K. T. Frost publicada a principios del siglo XX15 ) la Atlántida sería el recuerdo deformado de la civilización minoica (o cretense). Algunos consideran que esta civilización fue destruida tras la erupción del volcán de la isla Thera o Santorini alrededor de 1640 a. C. Esta erupción causó un tsunami que barrió las costas del Egeo. Si bien hay acuerdo en que la catástrofe dañó gravemente al imperio minoico, no obstante actualmente no hay consenso entre los arqueólogos acerca de la vinculación entre la erupción y el fin de la civilización minoica.
Según propone el alemán Rainer W. Kühne, estaría en el Coto de Doñana, cerca del Estrecho de Gibraltar, concretamente en la llamada marisma de Hinojos, también conocida como "marisma gallega". En realidad esta hipótesis de ubicar la capital o acrópolis de la Atlántida en las "Marismas de Hinojos" ya fue planteada y defendida -por primera vez- por tres autores españoles: José Pellicer de Ossau I Tovar en 1673, Francisco Fernández y González y Juan Fernández Amador y de los Ríos en 1919; después, por los autores alemanes Adolf Schülten en 1922, y más adelante por Otto Jessen y Richard Hennig en los años de la segunda y tercera década del pasado siglo XX, aunque estos últimos en realidad nunca precisaron un punto tan concreto como el centro de las propias "Marismas de Hinojos". Las imágenes de satélite del área muestran dos posibles estructuras rectangulares y un par de posibles formas circulares concéntricas que han sido interpretadas como restos del "templo de Poseidón" y el "templo de Cleito y Poseidón".
Conclusiones
Sin embargo, los estudios arqueológicos y geológicos hechos "in situ", hace más de dos décadas, demostraron que no existe ninguna construcción con aquellas características en aquel lugar. Los críticos a esta hipótesis afirman que no es más que una mera ilusión óptica originada por las sombras y restos de paleocanales naturales de ríos y viejas corrientes, en una foto de satélite demasiado alejada y con poca resolución. Toda el área ha sido solamente tierra desde la Edad Medieval, aproximadamente desde el siglo IX. Esta zona era un Golfo o Bahía que ya existía desde hacía más de 6000 años, hasta que en torno a la época romana tardía comenzó a colmatarse, poco a poco, llenándose de sedimentos gradualmente hasta alcanzar en los últimos 2000 años la naturaleza de marismas que actualmente presenta.
La tectónica de placas no deja lugar a dudas, no hay lugar para la Atlántida, ningún continente o isla de dimensiones como las descritas pudo haberse sumergido o inundado sin dejar pruebas de ello. Por lo cual tenemos que pensar que de ser algo mas que un mito deberíamos buscar la Atlántida entre las tierras ya conocidas, probablemente una isla mediterranea, alguna región europea que fuera mal interpretada en los mapas o traducciones de textos antiguos, otras hipotesis barajan la posibilidad de que se tratara de las Azores e incluso en Suecia.
Aún así no deja de ser fascinante como durante siglos se ha buscado un continente idílico y existen tal cantidad de textos a lo largo de la historia aportando pruebas de su existencia.
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