En el
marco del hinduismo, la kundalinī es una energía invisible e inmedible
representada por una serpiente (o a veces por un dragón), que duerme enroscada
en el muladhara (el primero de los chakras —los siete círculos energéticos—,
que está ubicado en la zona del perineo). Se dice que al despertar esta
serpiente, el yogui controla la vida y la muerte.
Varias
doctrinas utilizan este concepto de la kundalinī: el yoga, el tantra, el
budismo, el taoísmo, el sijismo y el gnosticismo.
La
Kundalinî o el poder de la serpiente son una concentración de energías divinas
y primordiales cuyo despertar es la raíz y corazón del Yoga. Antes de que la
interpretación de la Biblia dotara a la serpiente de calificativos maléficos,
en la antigüedad se veía en ella encarnadas a las fuerzas vitales y originales
siniestras que podían ser creadoras y/o destructoras. Pero sólo el hinduismo
entiende que su despertar produce un éxtasis o estado de conciencia superior.
Ahora
que ya conocemos los chakras entenderemos mejor el significado de la Kundalinî.
Así pues la serpiente tiene su base en el primer chakra (Mûlâdhâra) enrollada
tres veces y media, cinco u ocho veces alrededor de él. Y allí se encuentra
dormida normalmente de modo que tras obtener la apertura de los chakras puede
ser despertada con técnicas de hatha-yoga, agrupadas bajo el nombre de
Kundalinî-yoga. La finalidad del yoga Kundalinî es por tanto despertar a la
serpiente y desenroscarla dirigiéndola hasta el séptimo chakra para unir cuerpo
y espíritu en un intento de integrar los dos principios normalmente opuestos de
sexualidad y espiritualidad, fusionando sus energías dentro de un cuerpo humano
individual. Así en términos tántricos estos principios serían shiva (el
principio masculino) y shakti (el principio femenino).
La
principal técnica para despertar a la serpiente está basada en el Prana, fuente
de toda energía, vitalidad y poder que existe en forma de fluido en la
atmósfera y que está presente en todo ser vivo. Y la técnica concreta utiliza
el prânâyâma que es la técnica que permite dominar y dirigir la respiración
hacia los puntos vitales del cuerpo. Para realizar un prânâyâma correcto
existen cuatro requisitos. El primero es un lugar adecuado, preferiblemente
fresco y tranquilo. El segundo es el momento adecuado, idealmente las horas que
preceden al alba. El tercero es una dieta específica así como una posición
adecuada donde el cuerpo ha de estar sentado y erguido con las manos sobre las
rodillas y los ojos cerrados. Y el cuarto es que los canales de energía (nadis)
por los cuales la respiración se introduce y se expulsa estén puros mediante
unos procesos denominados shodana.
El Prana
por lo tanto circula a través de estos canales situados por todo nuestro cuerpo
astral denominados nadis. Para el recorrido de la Kundalinî nos interesan tres
nadis fundamentales. El sushummâ que corresponde al trayecto de la médula
espinal en la columna vertebral. Y el idâ y pingalâ que se enroscan entorno al
primero como las dos culebras del Caduceo de Mercurio o Esculapio. De modo que tras adoptar
una posición especial y detener la mente concentrándose en un punto entre las
cejas, y controlando el equilibrio entre los canales de respiración idâ y
pingalâ se crea un calor interior que despierta la Kundalinî. Así es dirigida
hacia arriba y a medida que sus anillos se despliegan se van abriendo unas
"puertas" para permitir el acceso al canal central (sushummâ). En ese
momento el resto del cuerpo debe entonces desvitalizarse desviando el prana de
los dos canales hacia el sushummâ. Cuando por fin la serpiente se alza se abren
todos los chakras y una llama desciende para unirse a la serpiente que se eleva
hacia el Sahasrâra chakra hasta ser absorbida por él. En ese momento nuestra
conciencia individual se une a la conciencia universal y penetra en un estado
de bienaventuranza y liberación final.
Pero la
tendencia general del mortal que logra despertar a la serpiente es que la
Kundalinî no permanezca mucho tiempo en este último chakra volviendo otra vez
por el sushummâ hacia el primer chakra para enroscarse de nuevo y volver al
estado de ensueño. Sólo el verdadero iluminado es capaz de despertarla cuando
quiera y cuantas veces quiera, y hay que decir que muy pocos yoguis logran
grandes resultados, pues muchos se pasan toda su vida intentando conseguir al
menos un instante de la Kundalinî despierta.
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NAMASTÉ