Abordar
la anatomía energética humana, es decir, los chakras y sus canales subsidiarios
de distribución o nadis, desde una perspectiva estrictamente científica es un
reto en la actualidad. Tal vez comiencen a ser extrapolables algunos modelos de
la llamada nueva física (Relativista y Cuántica).
La
detección del cuerpo energético del hombre, hoy por hoy (quitando los
electrodos detectores de puntos de acupuntura y la fotografía kirlian), escapa
de la técnica médica actual.
El
conocimiento de la anatomía energética humana está avalado por 5000 años de
experiencia de Escuelas de Medicina tan prestigiosas y difundidas como la
Medicina Tradicional China y la Medicina Tibetana o Ayurvédica. Esto supone que
el estudio de la enfermedad, y su potencial curación, para dos tercios de los
habitantes de este planeta se basa en principios energéticos.
Un
sinnúmero de aplicaciones de este saber se han difundido por todo el hemisferio
occidental, siendo algunos de ellos: la Acupuntura, el yoga, el tai chi chuan,
el reiki..., y otros muchos que no serian eficaces sin la existencia del cuerpo
energético humano, pilar en el que se basan.
No
obstante, intento con este escrito establecer un modelo que se aleje de la
mentalidad oriental y se acerque, por lo tanto, a la comprensión del hombre
medio del occidente.
He
intentado conciliar la visión animista y fisiológica del occidente y la
espiritual y energética del oriente, con el objeto de elaborar un sistema
integrador que sirva de soporte físico de la conciencia y del ser, es decir,
que sea un trípode de sustentación del espíritu en la anatomía humana.
Este
puente entre la "forma" (estructural) del occidente y el
"color" (energético) del oriente persigue, básicamente, una finalidad
integradora y de enriquecimiento del conocer en su más amplio sentido.
Es un
trabajo basado en la analogía, pues me parece una estructura formal de desarrollo
lógico, fiable y sugerente. Estableceré patrones que son observables en la
naturaleza y que se reproducen en el hombre.
La
naturaleza que nos rodea es un increíble texto donde, sin duda, están las
respuestas de todo el porqué del hombre. El medio natural, desde mi
experiencia, es un enorme y efectivo engranaje presto a contestar las
incógnitas de aquél, que inquieto, pregunta.
El sistema chakra como órgano
energético de consciencia
El
término chakra, traducido del sánscrito, significa rueda. Y en su conjunto
constituyen un sistema de órganos energéticos, es decir, no perceptibles con la
visión habitual, pero indispensables en el desarrollo y mantenimiento de la
manifestación y evolución del hombre en el más amplio de sus sentidos. Y en
esta línea, la energía que contienen sus conos de luz gira vertiginosamente,
comunicando el exterior con el interior de la esfera humana. Lo que se ha
denominado sistema chakra, se activa a partir de la primera inhalación, es
decir, en el nacimiento.
Son pues
órganos digestivos energéticos, siendo el órgano donde se genera una energía
psíquica llamada conciencia. Esta conciencia, en función de su vibración, se
acumulará en tres compartimentos o cuerpos energéticos denominados por la
tradición esotérica vital, astral y mental.
Pero
entendámoslo bien, los chakras, al igual que sus canales de distribución
subsidiarios o nadis, no son ni mucho menos exclusivos de los humanos, estando
difundidos en todo el Cosmos.
Chakras
posee el reino mineral, materializados en sus estructuras cristalinas
geométricas. Analógicamente, chakras son las flores con las que se adorna el
reino vegetal. Chakras, asimismo, poseen los animales. Chakras existen en el
macrocosmos, representado, por ejemplo, a nivel planetario, por los lugares de
poder o telúricos del planeta Tierra. De igual manera, los llamados puntos de
acupuntura poseen la estructura y funcionalidad de un pequeño chakra. Todos
estos serían chakras naturales. Existen chakras artificiales, como son las
campanas de las iglesias o las pirámides de Egipto.
La forma piramidal como geometría
arquetípica de los chakras
El
arquetipo definitorio propio de los chakras sería la forma piramidal. Una
pirámide en giro determina un cono. El número cuatro (cuatro caras de la
pirámide, cuatro lados de su base) determina un tipo de frecuencia en el giro
del cono que potencialmente tendría la capacidad de materializar un proyecto
imaginado previamente.
La mente
sería aquél "compartimento" capaz de acumular contenido mental, es
decir, conocimiento, conciencia hecha memoria. La estructura piramidal sobre la
materia orgánica tiene la capacidad de deshidratar, es decir, momificar la
materia orgánica preservándola en su interior y evitando su putrefacción. Los
pensamientos a nivel energético poseen una forma, que influida por el campo
energético emanado por la geometría piramidal, provocaría la fijación de esta
idea actuando a modo de grabadora. Esto es lo que ocurre con los chakras.
La conciencia humana como reflejo de
la consciencia del Cosmos
El
hombre es una perspectiva mental del macrocosmos. Cada ser humano está dotado
de un depósito propio de energía psíquica denominado mente. Esta mente es como
una red capaz de almacenar, de forma virtual, el sedimento que deja su pensar y
su sentir, y al que denominamos conciencia.
El
humano, a lo largo de su existencia, va depositando conciencia elaborada en
varios niveles, que van desde el puramente cotidiano, que sería la perspectiva
de andar por casa, hasta un nivel o escalón más elaborado que sería la
conciencia espiritual.
Esta
conciencia es un tipo de energía que posee una cualidad específica, y esta es
que tiene la capacidad de contemplarse a sí misma a través de lo que hemos
denominado núcleos de energía pensamiento-sentimiento. Cuando nosotros pensamos
o sentimos algo propio y personal sobre un aspecto determinado de nuestra vida,
en realidad estamos contemplándonos a nosotros mismos como un foco de visión e
interpretación del Cosmos único y exclusivo. El Cosmos existe, evoluciona, y se
desarrolla a través de nuestra existencia, nuestra evolución y nuestro
desarrollo. Luego la conciencia existe porque se refleja, es decir, percibe el
Cosmos y se contempla en él. Y el sistema chakra se encarga de obtener un
reflejo de nuestra conciencia como si fuera un espejo. El sistema chakra es el
espejo donde nosotros contemplamos nuestro Cosmos existencial. El ser humano,
al desarrollar su vida, diferenciará de forma errónea su reflejo con lo de
fuera, y se identificará con el espejo que obtiene el reflejo, es decir, con su
forma y con su mente. De este modo, el ser mental humano se identificará con su
cuerpo físico, con lo de dentro, y considerará ajeno a él el mundo que percibe,
lo de fuera.
Pero lo
que somos en realidad es toda la porción del Universo que somos capaces de
percibir e interpretar de nuestra particular y única manera.
El árbol de la vida: Compartimentos
energéticos de la consciencia
El
cuerpo físico del hombre es una donación de la Madre Tierra, de nuestro
planeta, depositada progresivamente a través de nuestra alimentación como si de
una construcción se tratase sobre un hipotético plano energético que es nuestro
patrón de diseño y que la Medicina Tradicional China llama cuerpo energético.
Este depósito de material planetario es reconvertido para su uso en nuestro ser
físico, comenzando este proceso a partir del útero materno, continuándose en el
uso de nuestra alimentación para nuestro propio crecimiento y remodelándose y,
por lo tanto, cambiando de aspecto a lo largo de nuestro ciclo vital.
La
consabida frase, que a todos nos han dicho alguna vez, de polvo eres y en polvo
te convertirás no es más que un recordatorio de esta realidad. Somos seres
espirituales que "vivimos" en el reino de nuestra mente. Y, a través
de un balcón en dicha mente, nos asomamos a una perspectiva del Cosmos que
llamamos existencia. Somos seres energéticos del Cosmos que hemos anidado en
nuestra Madre Tierra echando raíces, y estas raíces están constituidas por
nuestro cuerpo físico, pero poseemos del mismo modo, un tallo con ramas, una
porción aérea que ha de formarse a partir de las vivencias que posibilita esta
raíz planetaria. Esta porción aérea, energética, serían nuestro cuerpo astral y
nuestro cuerpo mental dependientes en su formación de las vivencias efectuadas
en nuestro ciclo existencial planetario.
Nuestro cuerpo
energético, aquél a través del cual se infunde vida y forma a nuestro cuerpo
físico, al final de nuestra existencia abandona al mismo, con lo que acontece
el proceso de la muerte, tras el cual el material planetario es reciclado de
nuevo y reintegrado a la Madre Tierra.
En todo
esto hay una unidad, una cadena de eslabones engarzados coherentemente. Y es
esta: La materia evoluciona en función de una serie de procesos físicos y
químicos, pero estas reacciones físicas químicas no tendrían lugar si no estuvieran
animadas por un principio energético. Este principio energético es la
manifestación a partir de la cual el espíritu o principio inamovible tiene la
posibilidad de evolucionar, de moverse. Luego, la inerte materia se desarrolla
por la función físico química, de forma análoga a como el espíritu se
desarrolla a partir del principio energético. Cuando el hombre adquiera la
capacidad para comprender las leyes que unen el eslabón de la física y la
química con el principio energético vital humano habrá obtenido una pista a
partir de la cual su mente se puede deslizar comprendiendo, desde sus porciones
más materiales, hasta sus porciones más místicas y espirituales. Pues desde la
estructura molecular del aminoácido hasta el espíritu, en el ser humano existe
una unidad desarrollada en varios estados o niveles de forma análoga a cómo la
estructura molecular de lo que denominamos agua se puede manifestar de forma
sólida o como hielo, líquida o gaseosa, dependiendo de las leyes físico
químicas y energéticas que se establezcan en el entorno en ese momento
determinado.
El
humano posee igualmente varios niveles manifestativos. Ya hemos he de la
manifestación planetaria o cuerpo físico como raíz, a la que le seguiría el
principio energético o aéreo que estaría constituido por el tallo y las hojas
del ser.
Este
principio energético, en el hombre podría estructurarse en tres compartimentos
diferentes, inter penetrados de forma digamos virtual desde la raíz, cuyo
contenido serían formas estructuradas de energía conciencia. Estas formas
estructuradas son tres compartimentos energéticos llamados cuerpos vital,
astral y mental.
A lo
largo de la experiencia existencial el hombre, en la elaboración de su
cotidiano pensar y sentir, va formando ladrillos de núcleos de energías
pensamiento-sentimiento de diversos niveles vibracionales que depositados de
forma organizada constituyen los cuerpos energéticos de la conciencia humana.
Estos cuerpos se van construyendo progresivamente, y cada uno tiene un nivel
vibracional donde los ladrillos de la conciencia se van depositando en función
de esa afinidad vibracional.
El nivel
más cercano vibracionalmente al cuerpo físico o raíz sería el cuerpo etérico,
que alberga información conciencia que atañe a nuestro diseño y remodelación física,
y donde se organiza la energía que anima la funcionalidad del cuerpo físico
desde su perspectiva más puramente vital. Recoge ladrillos de conciencia
trabajados por los chakras inferiores principalmente.
El
segundo nivel es el cuerpo astral. Este establece su percepción del Universo
como manifestación dual. Organiza energía conciencia que percibe el entorno y
lo interpreta emocionalmente: se identifica con él si le agrada o no se
identifica con él si le desagrada. La construcción del ladrillo es pues
emocional y se hace a partir de sensaciones, juicios y elecciones basadas
normalmente en preconceptos culturales o vivenciales anteriores. La
interpretación astral o emocional de la vida obligará casi necesariamente a
tomar partido a la mente humana, sumergiendo al hombre en un mundo de lucha
activa y continua entre facciones contrarias que lo sumergirán en multitud de
ocasiones en paradojas psíquicas a la búsqueda de un permanente equilibrio. El
cuerpo astral está construido por los ladrillos emocionales fabricados
principalmente por los chakras medios, estando estos muy relacionados con el
ego humano.
El
tercer compartimento corresponde por analogía a las ramas del cuerpo mental,
donde los ladrillos de la conciencia se fabrican en un proceso de integración
de la vivencia aparentemente dicotomizada de lo astral. Percibe el entorno como
una unidad integral. La conciencia mental superior trabaja en la percepción, la
observación y la comprensión, y deja que cada cosa evolucione por sí misma.
Lejos de la lucha de facciones comprende e integra cada perspectiva y acerca al
hombre al no hacer haciendo de la filosofía taoísta. La estructura energética
del cuerpo mental está trabajada por los chakras superiores principalmente.
Estos
tres cuerpos energéticos interpenetran polidimensionalmente el cuerpo material
o físico, y constituyen su forma psíquica o psicoforma. El sistema chakra, a
modo de corchete, los une como un anclaje integrador y una zona de tránsito
donde las energías fluyen continuamente.
Niveles de consciencia del hombre: El
siete como fragmentador de un universo en octavas
El ser
humano percibe un universo fragmentado en siete niveles o bandas de frecuencias
vibracionales. Así, captamos siete colores, componemos melodías con siete notas
y empaquetamos nuestro tiempo en ciclos de siete días. Esto no es casualidad,
pues el tiempo cósmico podría concebirse como las unidades de tiempo
determinadas por los ciclos naturales. Estos ciclos, fragmentados de siete en
siete, también tienen un reflejo en la anatomía humana. El ser humano es una
conciencia colectiva de miríadas de conciencias celulares agrupadas en
conciencias colectivas que forman los tejidos, y estas a su vez se agrupan en
órganos... y así progresivamente hasta unificarse en la conciencia de ese ser
humano.
La
unidad de conciencia colectiva humana se divide en siete niveles, en los que
cada uno de ellos está regido por un chakra principal que se constituye en el
cerebro energético que organiza la conciencia energética de las células y
órganos incluidos en su ámbito de influencia.
El
órgano energético de la conciencia humana o sistema chakra interrelaciona los
siete niveles de conciencia colectiva organizados en cada chakra, integrándolos
en el ser energético hombre, materializando posteriormente la conciencia física
a partir de él. El destilado energético, efectuado por la red energética de los
chakras, es vertido a la red funcional neuronal, donde es unificada en el
sistema nervioso humano y "materializada" posteriormente en conciencia
física.
La partitura humana en la sinfonía
cósmica
El
Cosmos es una conciencia viva que late en cada ciclo de la naturaleza mientras
se contempla a sí misma. El hombre es un ser integrado en esta conciencia
cósmica, que se contempla a sí mismo desde una perspectiva única e irrepetible.
Cada chakra dota al hombre de un ángulo diferente de captación de su
existencia.
Desde el
punto de vista de la Medicina Tradicional China, el ser humano es aquél que une
lo celeste con lo terrestre. Es decir, la conciencia del hombre unifica al ser
material con el ser espiritual a través de energías-conciencia que evolucionan
a partir de los siete chakras principales. Cada vivencia humana es percibida en
siete niveles, uno por cada chakra principal, cada uno de ellos destilará un
producto vivencial correspondiente a ese nivel de consciencia, y todos formaran
la consciencia hombre.
De los
siete, el primero o base y el último o corona son únicos y se encuentran en el
eje central que corresponde más o menos con la columna vertebral. Los otros
cinco son dobles, con una porción anterior relacionada con la mente consciente
y otra posterior relacionada con la inconsciente.
El chakra
base o primero, relacionado con la energía vital y el instinto de supervivencia
individual, recibe la energía integrada desde nuestra "toma de
tierra" planetaria.
Esta
energía es dicotomizada en el segundo chakra, donde se establece el principio
bipolar, que reunificado produce la vida. Luego el segundo chakra está
relacionado con la procreación.
La
fuerza dual asciende y se organiza en el ego o principio mental que identifica
a cada hombre. El tercer chakra pues, materializa el ego humano, coordinando
energéticamente los procesos de nutrición y asimilación de los alimentos
físicos, que determinarán la forma física individual paralelamente a la
organización de las energías psíquicas, que constituirán la mente individual o
ego y que albergarán en dicho cuerpo físico. El alimento que transporta la
energía del Sol pasa a formar parte de nuestra unidad existencial o ego que,
distribuido por el torrente sanguíneo, otorga entidad psíquica unitaria a toda
la conciencia colectiva celular de dicho cuerpo físico. Al tercer chakra se le
llama también solar.
Los tres
chakras que siguen son chakras superiores.
El
centro de conciencia corazón o cuarto chakra, alberga el principio espiritual
de cada hombre limitado en la caja del tiempo de nuestro cuerpo físico, donde
el latido del corazón y el ritmo respiratorio reflejan la estancia limitada en
tiempo y espacio de cada existencia. La conciencia del ego se expande y unifica
con el principio vibracional espiritual de este chakra.
Es en el
quinto chakra donde se comienzan a unificar los ciclos de la bipolaridad,
manifestándose esto en la síntesis de la conciencia dual de este chakra: El
pensamiento se concretiza en la palabra, el verbo que unifica y precede a la
acción del hombre. Es el chakra materializador del pensamiento y de los sueños
del hombre. Cuando el hombre adquiere el nivel de conciencia integrador del
mental superior tiene la capacidad de contemplar el Universo como un lugar
exuberante donde todo es posible y reina la abundancia. También se le llama
centro de la cornucopia o cuerno de la abundancia, y es un camino en el
despertar místico del hombre.
El sexto
chakra organiza la conciencia mental, aquella que es testigo y comprende la
paradoja vivencial, integrándola. Es la conciencia que percibe sin identificarse
con facción alguna. Cuando el hombre focaliza su conciencia en el principio
vibracional de este chakra desarrolla la conciencia espiritual, que percibe el
Cosmos y la realidad tal cual es, y se reconoce en él. Es aquí cuando adquiere
la capacidad de reconocerse en su reflejo o autoconciencia, unificando su ser
espiritual a su ser mental a partir de la apertura del séptimo chakra o corona,
que es la puerta dimensional que nos une a nuestro ser en la perfección, lo
infinito y lo eterno.
Cada
chakra, desarrollado, destila un principio vibracional propio, una nota. Cada
chakra es una flor en el árbol de la vida del hombre, por el que proyecta su
irrepetible aroma al jardín del Cosmos.
*** Por Celia Iñiguez Sánchez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por su comentario.
Si le gustó, por favor, no olvide compartir y recomendar nuestro BLOG en sus redes sociales y amistades.
Bendiciones.
NAMASTÉ