El Cielo del Paraíso


Llegamos al nivel del Cielo que se halla más próximo a la Presencia Divina.  Es aquí donde sometemos nuestro ego al amor incondicional de Dios y de Sus ángeles.  Nuestras almas hallan aquí su hogar, sintonizadas con la sabiduría y el amor Divinos.  Es dentro de este reino donde vivimos desde la realidad de nuestros corazones  y que no hay separación entre nuestra voluntad y la voluntad de Dios.


El Cielo del Paraíso es el reino de la bienaventuranza y el gozo puro.  Es donde la creación sucede sin esfuerzo, y donde nuestras experiencias humanas son armoniosas y completas.  No existe aquí confusión o necesidad de supervivencia, pues el espíritu ha trascendido las disputas terrenas.


En el Cielo de la Forma los ángeles nos ofrecieron la ayuda que necesitábamos para manejar nuestras vidas en el plano físico.  En ese primer nivel evitamos el desastre, superamos los peligros y renunciamos a la negatividad.  Los Arcángeles nos mostraron el camino hacia la curación y el sendero evolutivo hacia ser en totalidad.  Nuestros Ángeles Guardianes nos guiaron a través de los ciclos de madurez y crecimiento. .


Dirigimos entonces nuestras energías hacia nuestras relaciones, permitiendo a nuestros espíritus ser fortalecidos por medio de la purificación de nuestros pensamientos y actitudes, soltando nuestros sentimientos bloqueados y negativos.  Llegamos ahora a ese lugar dentro de las esferas celestiales en donde reinan el amor y la sabiduría  y donde somos delicada y tiernamente guiados a conectamos con la Fuente que vive en nuestro interior.  Cuanto más nos aproximamos a la Fuente, más nos percatamos de que no se halla separada de nosotros; somos, de hecho, uno con Ella.


Llegamos a experimentar la total Unidad de la Fuente en todas las cosas.  No somos meramente testigos de la creación sino más bien una parte intrínseca de la gloria que expresa esa Unidad y Unicidad.


Es en este Cielo donde se materializan nuestros sueños, pues éste es el reino de los milagros.  Aquí la creatividad está manifestando perpetuamente el poder y la gloria de la Divinidad.  Los ángeles de este cielo nos ofrecen los mayores dones de amor y sabiduría.  Cuando abrimos nuestros corazones nos vemos inundados por el gozo del amor de Dios por nosotros  y nos sintonizamos para ser co-creadores con la Fuente.  A este nivel operamos conjuntamente con los ángeles.


Los tres tipos de ángel del Cielo del Paraíso son los Serafines, los Querubines y los Ofanines, más conocidos como los Tronos, pues son los que más próximos se sientan junto al Trono de la Divinidad.










Los Serafines


“¡A los Ángeles que son los Hacedores y Gobernadores, los Moldeadores y Vigilantes, Los Conservadores y Preservadores de la Tierra Abundante y de todas las Creaciones del Padre Celestial invocamos a los buenos, fuertes y benefactores Ángeles del Padre Celestial y la Madre Terrenal! ¡A los de la Luz! ¡A los del Cielo! ¡A los de las Aguas! ¡A los de las Plantas! ¡A los de los Hijos de la Luz! ¡A los de la Santa y Eterna Creación! Adoramos a los Ángeles que fueron los primeros en atender el pensamiento y enseñanza del Padre celestial, de quien los Ángeles formaron la semilla de las naciones.”
EL EVANGELIO DE LOS ESENIOS




Los Serafines están asociados con la esencia misma de la creación.  Ellos, en su luz, son los creadores de los milagros.  Transmiten la energía de Dios para crear la sustancia elemental de la cual es formada la vida, y que penetra todo el universo.  Son conocidos como los Ángeles del milagro del amor.  Nos ofrecen eternamente un amor incondicional.  Alientan y apoyan nuestra evolución espiritual hasta el grado más elevado, hasta que somos uno con el espíritu creativo de la Fuente.


Se les llaman el Ángel del Milagro del Amor, el Ángel de la Esencia del Amor y el Ángel del Amor Eterno.  Representan el espíritu de magnificencia que conocemos como el amor incondicional y eternamente duradero.  Somos testigos de ello en cada acto de creación.  Es algo que inunda el universo con su poder mismo.  Es a través de los Serafines como llegamos a conectamos con este amor y a reconocer su esplendor.


Los Serafines ofrecen a quienes buscamos este bienaventurado estado de unidad con la Fuente, modos de refinar y sintonizar nuestras vibraciones con los niveles más elevados de consciencia.  Pueden, por ejemplo, traemos el milagro de instructores o maestro especiales, tanto físicos como no físicos.  Estos instructores son ellos mismos seres que han entrado en contacto con la Luz y que, a través de diversos medios de purificación, han quemado la escoria de su negatividad, sometiéndose a la unidad de la vida.


Los Serafines nos recuerdan constantemente el milagro del amor, y de cómo somos renovados y transformados plenamente por esta portentosa energía.  Nos ayudan a curar el dolor de toda separación y pérdida, a caer en la cuenta de que el amor es eterno y absolutamente indivisible.










Los Querubines


Los Querubines guardan la entrada al Paraíso.  Son los portadores de la sabiduría final de este universo.  Ayudan a todos los que están asociados con la sabiduría  y ofrecen fuerza a todos los que están sintonizados con la palabra de Dios.  Llenan el universo con la sabiduría de Dios.  Cuando estamos sintonizados con la vibración de su amor, experimentamos las profundidades de conocimiento de nuestro interior.  Éste es un reflejo claro y directo de la sabiduría que canalizan hacia nosotros, en su esperanza de que conozcamos a Dios y comprendamos la magnitud del amor incondicional que vive dentro de nosotros.


Los Querubines nos ofrecen su consciencia, clara como el cristal, de la unidad de toda vida.  En el Oráculo se los conoce como el Ángel de la sabiduría, el Ángel del Discernimiento y el Ángel del Conocimiento.


Son los mensajeros de Dios, compartiendo su plenitud de amor y conocimiento.  Nos ofrecen la posibilidad de conocer los misterios de la vida a través de la transmutación del conocimiento en sabiduría.  No son el niño pequeño y gordinflón tan a menudo pintado en el arte angélico, sino más bien la pureza de espíritu encarnada en los chiquitines que se saben a salvo y profundamente amados.










Los Tronos


Los Tronos son la forma angélica más próxima a la Fuente Divina misma.  Existen más allá de la forma  y, sin embargo, su función angélica es la de transformar los pensamientos en materia.  Existen al nivel del pensamiento puro y son los conductores de la vibración del amor de Dios hacia la forma material.


Actúan como los Ojos de Dios y asumen la forma de corrientes arremolinadas de luz coloreada.  Se los conoce como el Ángel de Ser, el Ángel del Poder y el Ángel de la Gloria.  Transmiten el poder y la gloria de la Fuente a todo lo largo del universo, ofreciendo un constante rayo de luz que nos permita manifestar este amor en nuestras vidas.  Cuando liberamos nuestras mentes y experimentamos abiertamente el momento, estamos viviendo la gloria y el esplendor de la creación tal como se pretendía.  Es entonces cuando los Tronos nos transportan a los reinos de la bienaventuranza.


Existen en el momento siempre presente  y, conforme progresamos más allá de nuestra identificación superficial  (quien creemos ser) y comenzamos a vivir como co-creadores del universo junto con la Fuente, descubrimos que existimos más completamente en el presente.  De este modo somos atraídos a los reinos de la creatividad, el amor y la sabiduría, que son tan profundos que podemos ser incapaces de dar descripciones con sentido de nuestras experiencias.  Éste es el Cielo del Paraíso, del que poetas y místicos han hablado a lo largo de las épocas.  Todo lo que requiere de nosotros es que dejemos caer nuestros egos y vivamos abierta y confiadamente en el momento siempre presente, libres de las ilusiones que incapacitan y atrofian a nuestros espíritus.  Con la ayuda de los ángeles somos todos capaces de vivir tal como se pretendía, en gozo, en bienaventuranza y con el conocimiento de que somos verdaderamente amados y queridos.


El reino de los Tronos es el nivel más elevado al que pueden ascender los ángeles.  Dan alabanzas y gracias interminables a la Fuente, sabiendo que este amor y misericordia perdurarán en la eternidad. 

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