Sobre estar a solas


(De: Dr. Flávio Gikovate - Traducción: SSP)

No sólo el avance tecnológico marcó el inicio de este milenio, las relaciones afectivas también están pasando por profundas transformaciones, haciendo evolucionar el concepto de amor.
Lo que se busca hoy es una relación compatible con los tiempos que corren, en la que exista individualidad, respeto, alegría y placer de estar juntos, y ya no más una relación de dependencia en la que uno responsabiliza al otro por su propio bienestar.
La idea de que una persona sea el remedio para nuestra felicidad, que nació con el romanticismo, está destinada a desaparecer en este inicio de siglo. El amor romántico parte de la premisa de que somos una fracción y que necesitamos encontrar nuestra otra mitad para sentirnos completos.
Muchas veces acontece un proceso de despersonalización, el que históricamente ha afectado a la mujer, quien abandona sus características para fusionarse al proyecto masculino. La teoría de la ligazón entre opuestos también proviene de esa raíz: el otro tiene que hacer lo que yo no sé; si soy dócil, él debe ser agresivo. Una idea práctica de la supervivencia, aunque poco romántica, como señal.
La palabra de orden de este siglo es compañía. Estamos cambiando el amor de necesidad, por el amor de deseo: "Me gusta y deseo la compañía, pero no la necesito", lo que es muy diferente.
Con el progreso tecnológico, que exige más tiempo individual, las personas están perdiendo el terror de quedarse solas y aprenden a convivir mejor consigo mismas. Están empezando a percibir que se sienten fracción, aunque son enteras.
El otro, con el cual se establece enlace, también se siente una fracción; no es príncipe o salvador de nada, sólo un compañero de viaje.
El hombre es un animal que ha ido cambiando el mundo y luego tiene que reciclarse para adaptarse al mundo que él mismo ha fabricado.
Estamos entrando en la era de la individualidad, lo que no tiene nada que ver con egoísmo. La persona egoísta "no tiene energía propia; se alimenta de la energía que viene del otro, sea ella financiera o moral."
La nueva forma de amor, o de más amor, tiene nuevo aspecto y significado. Pretende la aproximación de dos enteros y no la unión de dos mitades, lo que sólo es posible para quienes consiguen trabajar sus individualidades.
Cuanto más competente sea el individuo en vivir solo, más preparado estará para una buena relación afectiva. La soledad es buena, estar solo no es vergonzoso, por el contrario, le otorga dignidad a la persona.
Las buenas relaciones afectivas son una gran cosa, son muy similares a estar solo en cuanto a que nadie exige nada de nadie y ambos crecen. Las relaciones de dominio y de concesiones exageradas son cosa del pasado. Cada cerebro es único. Nuestra manera de pensar y actuar no sirven de referencia para valorar a nadie.
Muchas veces pensábamos que el otro es nuestra alma gemela y, en realidad, lo que hicimos fue inventarlo a nuestro gusto.
Todas las personas deberían estar solas de vez en cuando, para establecer un diálogo interno y descubrir su fuerza personal.
En soledad, el individuo comprende que la armonía y la paz del espíritu pueden ser encontradas dentro de él mismo, y no a partir del otro.
Al percibir aquello se pone menos crítico y más comprensivo respecto de las diferencias, inclinándose a respetar la forma de ser del otro.
El amor de dos personas enteras es mucho más sano. En ese tipo de relación hay refugio, placer por la compañía y respeto por el ser amado.
No siempre es suficiente ser perdonado por alguien, hay veces en que uno tiene que aprender a perdonarse a sí mismo...

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